junio 20, 2011

Escuela Sabatica. Leccion 13 Segundo Trimestre 2011, "Vestidos de Cristo"

Lección 13: para Junio 25

"Vestidos de Cristo"

Sábado 18 de Junio del 2011

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Gálatas 3:216-29; Romanos 6:1-6; Colosenses 3:1-10; Efesios 4:22-24; 1 Corintios 15:49-55; 2 Corintios 5:1-4

PARA MEMORIZAR:

Sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Romanos 13:14).

¿HAS VISTO CÓMO, CUANDO cae un huevo al suelo se rompe en muchos pedazos? Pero, una cosa nunca viste: ¡tomar los pedazos, dejarlos caer y que se vuelva a formar el huevo entero! En la realidad, esto no ocurre.

Una ley fundamental de nuestro mundo natural, este mundo caído, es que los objetos tienen la tendencia a destruirse, a desordenarse. Las cosas por sí solas ¿qué hacen? ¿Aumentan su energía, su orden y su estructura o disminuyen, decaen y se desordenan? La respuesta es obvia. Vemos esto a todo nuestro alrededor, y aun en nosotros mismos (p. ej., nuestros cuerpos envejecen).

Para explicar este fenómeno, se necesita mucha ciencia compleja, pero no se necesita mucho conocimiento para verlo. Para citar un texto de una lección anterior: “Y la tierra se envejecerá como ropa de vestir” (Isa. 51:6).

No obstante, en medio de todo esto, tenemos el evangelio, el plan de salvación que, en su esencia, se relaciona con la restauración, con tomar lo viejo, lo quebrado, lo decadente, y hacerlo nuevo.

Esta semana veremos algunas imágenes especiales de vestiduras de la Biblia que revelan estas promesas de renovación y restauración.


Domingo 19 de junio

HEREDEROS CONFORME A LA PROMESA

Una de las grandes luchas de la iglesia cristiana desde los primeros días, una lucha que estaba en el corazón de la Reforma Protestante (y una que de diversas maneras continúa hoy, aun en nuestra iglesia), trata con la cuestión del evangelio, de la salvación, de cómo somos salvos. Pablo tuvo que tratar directamente con este problema, en la iglesia de Galacia, donde había penetrado una falsa teología y había amenazado la integridad del evangelio mismo.

Lee Gálatas 3:26 al 29. ¿Cuál es el punto principal que enfatiza Pablo?

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En el versículo 27, Pablo dice que todos los que fueron bautizados en Cristo “de Cristo estáis revestidos”. Aunque todos eran pecadores, sus pecados habían sido lavados, sus vestiduras viejas y sucias habían desaparecido, y ahora estaban “vestidos”, cubiertos por la justicia de Jesús. Ellos podrían reclamar su vida, su perfección, su carácter, como de ellos. Todas las promesas del Pacto habían sido cumplidas en Jesús, y ahora, vestidos de Cristo, podrían reclamar esas promesas para sí mismos. Eran herederos de la promesa hecha antes a Abraham (Génesis 12:2, 3), no por causa del estatus, el género o la nacionalidad, sino solo por medio de la fe en Cristo.

Lee Romanos 6:1 al 6. ¿Qué dice aquí Pablo que debería ayudarnos a comprender lo que significa ser “revestidos de Cristo”?

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Estar vestidos de Cristo es más que solo una situación legal ante Dios. Los cristianos están unidos con Cristo, se han entregado a él y, por medio de él, se están renovando, rejuveneciendo y restaurando. Los cristianos que rehúsan cambiar sus viejos caminos, sus viejos hábitos y su antiguo estilo de vida necesitan mirarse en el espejo para ver realmente de qué están vestidos.


¿Qué estás vistiendo tú? Lo que vistes en público ¿es diferen­te de lo que vistes cuando piensas que nadie te está mirando? ¿Qué dice tu respuesta acerca de ti mismo?


Lunes 20 de junio

NINGUNA PROVISIÓN PARA LA CARNE

A pesar de la profunda teología de Pablo, él puede ser muy práctico. Cualquier teología o versión del “evangelio” que se concentre en la salvación solo en fríos términos legales, no da en el blanco. El cristianismo es todo acerca de Jesús, pero no aisladamente. Es acerca de Jesús y de lo que ha hecho por nuestra raza caída a través de su vida, su muerte y su ministerio sumosacerdotal. No es solo acerca de un cambio en nuestra situación legal ante Dios; es acerca de un cambio, una renovación, un nuevo nacimiento en nosotros; es acerca de una nueva vida en Cristo.

Lee Romanos 13. Concéntrate en los puntos prácticos que Pablo trata aquí para los cristianos.

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Este capítulo trata de lo que se consideraría ser un buen ciudadano y un buen vecino. Se reiteran los principios de la ley, y se culmina con las famosas palabras: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (versículo 9).

En los versículos 11 al 14, sin embargo, el tono cambia. Pablo comenzó el capítulo hablando de obedecer a los poderes políticos contemporáneos, y luego pasa a enfatizar lo “tardío” del tiempo. Considerando el tiempo en que vivían los romanos, necesitaban ponerse serios en su conducta. Al fin del capítulo, dice: “vestíos del Señor Jesucristo” (vers. 14). Allí usa la misma raíz griega que en Gálatas 3:27. De este modo, ambos versículos dicen cosas similares.

El contexto en Romanos 13 aclara bien lo que Pablo quiere decir: estar vestidos de Cristo significa vivir una vida de fe y obediencia. La misma raíz griega para “vestidos” aparece en el versículo 12, en el contexto de vestir “las armas de la luz”. Cristo es la luz del mundo; los que andan en él no andan en la oscuridad. Han desechado “las obras de las tinieblas” y ahora andan en la luz. Estar “vestidos” de Cristo refiere a la edificación del carácter, a la conducta, a amar como Cristo amó y a reflejar su imagen. Mientras que todas las cosas que nos rodean tienden a empeorar, los que están vestidos de Cristo deberían volverse mejores y mejores (ver 2 Corintios 3:18).


¿Cuán diferente sería tu vida si estuvieras completamente vestido de Cristo? Es decir, ¿qué partes de tu vida has retenido sin entregar ni morir al yo para que el Señor actúe en ti? ¿Cuán diferente sería tu vida si hicieras una entrega completa?


Martes 21 de junio

DESPOJARSE, VESTIRSE

Lee Colosenses 3:1 al 10. Nota que en el versículo 10 el verbo es revestido, el mismo que apareció en los versículos anteriores que estudiamos. Recordando esto, ¿qué nos están enseñando estos textos?

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Los eruditos ven, en estos versículos, referencias a la idea del bautismo. (¿Dónde, en los textos, ves un indicio de ello?) Resueltamente, nos muestra otra vez la idea de renovación, de regeneración, de algo mejor de lo que era antes. En Cristo, ya no somos las mismas personas, viviendo como una vez vivimos. Aquí Pablo es muy claro en vincular lo que ahora experimentamos en Cristo con lo que experimentaremos cuando él retorne. De hecho, ¡nuestra respuesta a la primera venida de Cristo decidirá qué ocurrirá con nosotros en su segunda venida!

Lee Efesios 4:22 al 24 (el verbo, en el versículo 24, es otra vez vestíos) ¿Qué está enfatizando Pablo aquí?

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Nota el contraste entre el “hombre viejo” y el “hombre nuevo”. En principio, el “hombre viejo”, el yo anterior, ha muerto (simbolizado por el bautismo), y resulta un “hombre nuevo”, una nueva creación en Cristo. La idea, aquí, de estar vestidos de Cristo o del “nuevo hombre”, surge en el contexto de la conducta cristiana. Estamos tratando con una transformación del carácter y de acciones de todo el ser moral de una persona. Esta idea reaparece vez tras vez. Como cristianos bautizados, somos personas nuevas en el Señor; estar “vestidos” de Cristo no es una metáfora solo para la justificación, para recibir la justicia de Cristo sobre nuestros pecados y darnos una situación legal ante Dios. Ser revestidos de Cristo significa ser una persona nueva, “cread[a] según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:24).


Busca, en los versículos que consideramos hoy, los mandatos específicos con respecto a la conducta. ¿En qué áreas necesi­tas cambiar? Si estás luchando, ¿por qué no buscas a alguien en quien puedes confiar y les pides ayuda para vivir mejor los principios que enseñan las Escrituras?


Miércoles 22 de junio

EN UN ABRIR DE OJOS

No hay duda, estar vestidos de Cristo es llegar a ser una persona nueva en Jesús. Es estar restaurado, por lo menos en parte, a la “imagen del que lo creó” (Col. 3:10). Incontables vidas dan testimonio de la realidad de lo que Dios ha hecho en ellas y por ellas. Muchas de nuestras propias vidas, sin importar nuestras faltas, luchas y caídas, testifican de la realidad de lo que significa estar vestidos de Jesús.

No obstante, seamos honestos. Si lo que Cristo hizo por nosotros terminó con su vida aquí, al fin –sea que estemos vestidos de Cristo o no vestidos de él– el sepulcro todavía nos espera. Muchos han sufrido mucho en esta vida por Jesús y por su fe. Cualesquiera que sean las recompensas inmediatas, ¿cuáles son o podrían ser, en contraste con la recompensa real que nos espera en la segunda venida?

Lee 1 Corintios 15:49 al 55. ¿Qué gran esperanza se presenta aquí? Mientras lees el texto, adivina qué palabras vienen de la misma raíz griega que vimos toda esta semana, “vestir” o “estar vestidos”.

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En los versículos 53 y 54, el verbo “se vista” es el mismo verbo que ya hemos visto. No obstante, aquí el apóstol lo lleva a un nivel enteramente diferente. Estar vestidos de Cristo no significa solo llevar la imagen moral de Jesús, reflejar su carácter y vivir los principios que él nos enseñó. En otras palabras, no es solo un cambio legal, no es solo un cambio moral: también incluirá un cambio físico radical. Nuestra carne mortal, nuestra dolorosa y moribunda carne, será vestida con la misma clase de cuerpo inmortal que tuvo el Jesús resucitado. ¡Qué cambio de ropa, qué ropa nueva! Esa es la esperanza definitiva que nos espera, la única esperanza que realmente hace que nuestra fe valga la pena (ver 1 Corintios 15:12-19).


La mayoría de nosotros (especialmente al envejecer) nos damos cuenta de la fragilidad y la falta de confiabilidad de nuestra propia carne. Si no vemos la fragilidad en nosotros mismos, la vemos en otros. Piensa acerca de la esperanza que tenemos en Jesús, como lo revelan estos versículos. ¿Qué po­dría este mundo ofrecernos para que valiera la pena perder la promesa revelada aquí?


Jueves 23 de junio

NUESTRA MORADA CELESTIAL

Lee 2 Corintios 5:1 al 4. ¿Qué nos enseña Pablo aquí? ¿Qué esperanza se presenta otra vez aquí? ¿De qué manera encuadran aquí las imágenes de vestiduras?

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Mientras estemos en este mundo, en este cuerpo, en esta “casa”, estaremos “gimiendo” (una palabra que significa también “suspirar profundamente”). ¿Quién no ha gemido mientras estuvo en esta “morada terrenal”, que es nuestro cuerpo actual? Considera el capítulo anterior (1 Corintios 4), hablando del mal que han encontrado los seguidores de Jesús en esta existencia. Después de esta recitación, Pablo escribe los textos que estudiamos hoy.

Es cierto, gemimos, sufrimos y morimos, pero esa no es toda la historia. Tenemos la promesa de estar vestidos en “nuestra morada celestial”.

¿Qué dos metáforas, o imágenes, usa Pablo en estos versículos para describir nuestra situación actual y la esperanza que nos espera?

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En algunos escritos antiguos, la idea de estar vestidos se veía como similar a estar dentro de una casa. Ambas cosas son externas a nosotros, y ambas presentan cierta protección y cubierta (en el tiempo de Pablo, el nombre de la ropa exterior de las personas de la clase más pobre venía de una palabra que significa “casita”). Cualesquiera que sean las razones, Pablo usa diferentes imágenes para contrastar dos ideas básicas: una vivienda terrenal temporaria en contraste con una celestial y eterna; estar desnudos en contraste con estar vestidos; y la mortalidad (la certeza de la muerte) en contraste con la vida, la vida eterna en Cristo. Al fin, todas estas metáforas hablan acerca de lo mismo: la esperanza que tenemos de estar vestidos o albergados en cuerpos inmortales al regreso de Cristo. En otras palabras, estos textos son otra manera de expresar la promesa de vida eterna que tenemos en Jesús.


Piensa acerca de la muerte, algo que es aparentemente irrevoca­ble. Sin esperanza de algo más allá de la muerte, ¿qué esperanza hay para cualquiera de nosotros? Medita en todas las razones que tene­mos para albergar nuestra esperanza al decir que la muerte no tiene la última palabra. Lleva tus respuestas a la clase y analízalas allí.


Viernes 17 de junio

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “El fin del conflicto”, El conflicto de los siglos, p. 723.

Todos serán una familia feliz y unida; todos estarán vestidos con las vestiduras de alabanza y acción de gracias: el manto de la justicia de Cristo. Toda la naturaleza, con su incomparable belleza, ofrecerá a Dios un tributo constante de alabanza y adoración. El mundo estará bañado de luz celestial. Los años pasarán alegremente. La luz de la luna será como la del sol, y la de este astro será siete veces más poderosa que en la actualidad. Frente a este cuadro, las estrellas de la mañana cantarán, y los hijos de Dios clamarán de gozo; mientras Dios y Cristo se unirán para proclamar: ‘No habrá más pecado ni muerte’” (Meditaciones Matinales (1953), p. 359).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Como clase, repasen las respuestas que dieron a la pregunta final de la sección del jueves. ¿Cómo puedes ayudar a otros a encontrar esperanza en esta maravillosa promesa? ¿Cómo puedes ayudar a quienes se encuentran luchando con la duda?

  2. Muy a menudo, en nuestros días, la gente ha puesto mucha esperanza en la ciencia. Muchos han visto la ciencia como el único camino para conocer la verdad y como la única esperanza de la humanidad. Medita por qué tal esperanza es una esperanza falsa, especialmente en el contexto de las secciones de estos últimos días. ¿Qué esperanza puede ofrecer la ciencia para el mayor problema que enfrentamos hoy, la muerte? ¿Por qué nuestra esperanza debe ser algo “sobrenatural”, como se describe en esas promesas?

  3. Piensa en la pregunta de Pablo en Romanos 7:24, “¿Quien me librará de este cuerpo de muerte?” (Una referencia a un castigo de ese tiempo, cuando un criminal tenía que llevar un cuerpo muerto encadenado a su cuerpo.) ¿Qué respuesta tenemos que toda la sabiduría del mundo no puede suministrar?

  4. Medita algo más en lo que significa estar “vestido” de Cristo en términos de cómo hemos de vivir. Piensa en cómo estás viviendo: tus prácticas, tus hábitos, tus pensamientos, tus actitudes hacia otros, etc. ¿Cuán bien reflejas la realidad de Cristo en estas áreas? Aunque todos luchamos con tendencias cultivadas y heredadas hacia el pecado, ¿qué elecciones abiertas y conscientes puedes hacer que te ayudarían mucho para que vivas como sabes que deberías vivir? También, ¿cómo podemos ayudarnos unos a otros, como comunidad, para vivir los ideales bíblicos presentados ante nosotros?

junio 14, 2011

Escuela Sabatica. Leccion 12 Segundo Trimestre 2011, "Más imágenes de vestiduras"

Lección 18: para Junio 11


"Más imágenes
de vestiduras
"

Sábado 11 de Junio del 2011

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Marcos 5:24-34; Lucas 8:43-48; Juan 3:1-16; 19:23, 24; Mateo 26:59-68; 27:27-29.


PARA MEMORIZAR:

Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva” (Marcos 5:28)

EN UN SENTIDO, NO DEBERÍA SORPRENDERNOS que podamos captar tantas lecciones de las vestiduras en la Biblia. Después de todo, la ropa es una parte de nosotros; la ropa puede decir mucho acerca de nosotros y de quiénes somos, aun cuando no se diga una palabra. En forma correcta o equivocada, a menudo abrimos juicios sobre otros por lo que visten o cómo lo visten.

La lección de esta semana considerará el tema de la vestimenta en el contexto de la vida de Jesús. Estudiaremos acerca de la mujer que creyó que todo lo que tenía que hacer era tocar la ropa de Jesús, y se sanaría. Luego está Jesús, poniendo a un lado su manto con el fin de lavar los pies de sus discípulos. También consideraremos al sumo sacerdote que, estando delante del Señor, rasgó su propio manto en un acto que selló la suerte del arrogante líder. Luego, está Jesús vestido con la ropa ridícula que le pusieron los soldados romanos. Y, finalmente, veremos a los soldados echando suertes sobre el manto de Jesús, cumpliendo así una antigua profecía. Solo ropa, sí; sin embargo, realmente llena de simbolismo y significado.


Domingo 12 de junio

¿QUIÉN HA TOCADO MIS VESTIDOS?”

Marcos 5:24 al 34 y Lucas 8:43 al 48 cuentan la historia de la mujer que “desde hacía doce años padecía de flujo de sangre”. Además de ser una condición de salud peligrosa por sí misma, esta enfermedad, en esa cultura, resultaba en un estigma de impureza ritual, lo que sin duda añadía a su miseria. Entretanto, los médicos no pudieron hacer nada; estaba tan desesperada que gastó todo su dinero en ellos, y solo se enfermaba más, lo que no es sorprendente considerando el tipo de tratamiento médico que se hacía en ese entonces. Apenas podemos imaginarnos cuánto sufrimiento y vergüenza soportó ella por su enfermedad.

Y luego vino Jesús, aquel que hacía todos esos milagros increíbles.

Lee Marcos 5:24 al 34 y Lucas 8:43 al 48. ¿Qué importancia puede encontrarse en el hecho de que la mujer creía que todo lo que tenía que hacer era tocar las vestiduras de Jesús para sanarse?

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Esta mujer tenía mucha fe en Jesús, la suficiente para creer que, si pudiera solamente tocar sus vestidos, ella sería sanada. Por supuesto, no era la ropa misma lo que la curó, ni siquiera el tocarla. Era solamente el poder de Dios que obraba en alguien que, por desesperación, vino al Señor con fe, conociendo su propia impotencia y necesidad. El que tocara las ropas de Jesús era fe revelada en obras, que es de lo que se trata el cristianismo.

¿Por qué Jesús preguntó quién había tocado sus vestidos?

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Al hacer esta pregunta y lograr que el acto de esta mujer fuera público, Jesús la usó para ayudar a testificar a los que lo rodeaban. Ciertamente quería que otros supieran lo que había sucedido, y probablemente quería que ella también supiera que ningún poder mágico de su ropa la había sanado sino el poder de Dios, que obró en ella por medio del acto de fe de su parte. Por embarazosa que hubiera sido su condición, ella ahora estaba sana y podía dar testimonio de lo que Cristo había obrado en ella.


¿Cómo podemos aprender a ir al Señor, como lo hizo la mujer, con fe y sumisión, conociendo nuestra impotencia? Más aún, ¿cómo podemos mantener fe y confianza en él cuando la cura­ción que pedimos no se produce como queremos?


Lunes 13 de junio

SE QUITÓ SU MANTO”

En los últimos días de la vida de Cristo, se encontró con sus discípulos en el aposento alto para la Pascua, la celebración nacional de Israel, recuerdo del éxodo de la esclavitud. no obstante, no todo andaba bien. La atmósfera, en el aposento alto, debió haber estado espesa de tensión y mala voluntad. No mucho antes, los discípulos habían discutido sobre quién tendría el lugar más elevado en el Reino. Ahora se habían reunido para celebrar la Pascua, que debería haberles hablado acerca de su gran necesidad de la gracia salvadora de Dios en sus vidas, y de cuánto dependían de Dios.

Lee Mateo 20:20 al 28. ¿Qué lección importante no habían captado todavía los discípulos, aun después de todo ese tiempo con Jesús?

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Como si las actitudes de los discípulos no hubieran sido suficientemente malas, para rematar allí estaba Judas, el traidor, actuando como si no pasara nada malo. En medio de todo esto, cuando Jesús tenía todo el derecho de estar disgustado con todos ellos, ¿qué hizo?

Lee Juan 13:1 al 16. ¿Qué lección está dando aquí Jesús? ¿Por qué esto es, de diversas maneras, una clave para ver lo que significa ser un seguidor de Jesús?

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Era costumbre que los discípulos hicieran provisión para lavar los pies debido a la suciedad de la calle. Esta tarea era la de un esclavo o un siervo. Pero los discípulos no tenían siervos. Y ninguno de ellos quería rebajarse a realizar esta tarea humillante y servil. Cuando Jesús se quitó la ropa exterior y comenzó a lavar sus pies, sus corazones se ablandaron. Habían declarado que él era el Hijo de Dios. Que el Hijo de Dios se rebajara a realizar la tarea de un esclavo los avergonzó. El texto dice que, antes de hacerlo, Jesús se quitó el manto, mostrando su disposición de rebajarse y humillarse todo lo necesario para alcanzar a sus seguidores.

Y entonces, por si eso no fuera suficiente, sabiendo plenamente lo que había en el corazón de Judas, también le lavó los pies.


¿Cuán bajo estás dispuesto a ir por el bien de otros? ¿Cuándo fue la última vez que te “sacaste el manto” a fin de ministrar a las necesidades de quienes te rodean?


Martes 14 de junio

NI RASGARÁ SUS VESTIDOS”

Y el sumo sacerdote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción, y que fue consagrado para llevar las vestiduras, no descubrirá su cabeza, ni rasgará sus vestidos” (Levítico 21:10).

Lee Mateo 26:59 al 68. ¿Qué entendemos del hecho de que el sumo sacerdote rasga sus vestiduras en respuesta a la contestación de Jesús? Ver también Marcos 15:39; Hebreos 8:1.

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El sumo sacerdote rasgó sus vestiduras para simbolizar que Jesús debía ser muerto. Rasgar sus vestiduras simbolizaba la “justa” indignación de Caifás por la afirmación supuestamente blasfema de Jesús de ser el Hijo de Dios. La ley mosaica prohibía al sumo sacerdote rasgar sus ropas eclesiásticas (Levítico 10:6; 21:10), porque ellas simbolizaban la perfección del carácter de Dios. Rasgar esas vestiduras era profanar y mancillar el carácter de Dios. La ironía es que Caifás quebrantó así la ley que él estaba defendiendo. Más grave aún era que el castigo por rasgar sus vestiduras era la muerte. La gran ironía es que Jesús, que no había hecho nada malo, debía morir por instigación del sumo sacerdote quien, por sus actos, merecía la muerte.

El simbolismo de rasgar las vestiduras es profundo. Este era el comienzo del fin de todo el sistema terrenal de sacrificios y del sacerdocio. Uno nuevo y mejor sería inaugurado pronto, con Cristo como el Sumo Sacerdote que ministra en el Santuario celestial.

Las vestiduras del sumo sacerdote, llenas de simbolismo y significado, pronto serían un símbolo de un sistema que estaba a punto de terminar. Los líderes religiosos estaban tan cegados por el odio, los celos y el temor, que cuando Cristo vino –aquel a quien señalaba todo su sistema religioso–, muchos de esos líderes dejaron de verlo, y fue la gente común la que aceptó a Jesús como el Mesías y tomó la obra que estos sacerdotes deberían haber hecho.


¿De qué maneras podríamos quedar tan atrapados por nuestro sentido de justicia propia, o de superioridad moral y espiritual, que pudiéramos estar ciegos a las verdades impor­tantes que el Señor quiere que aprendamos?


Miércoles 15 de junio

VESTIDURAS DE BURLA

Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía; y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata, y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!” (Mateo 27:27-29). Piensa acerca de lo que sucede en estos versículos. ¿Qué terrible ironía percibes? ¿Qué nos dicen estos versículos acerca de la ignorancia, la crueldad y la necedad humanas? ¿De qué modo estos versículos simbolizan lo que el mundo hace aún hoy a su Creador y Redentor? Ver también Lucas 23:10, 11; Marcos 15:17-20.

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Desnudaron a Jesús y lo vistieron con un manto escarlata o púrpura. Este manto pudo ser el de un soldado o un manto viejo de Pilato. El púrpura era el color de la realeza. Este manto fue arrojado en son de burla sobre los hombros del Hombre que pretendía ser Rey.

Por supuesto, ningún rey es completo sin su corona. Los atormentadores de Jesús fabricaron una de espinas, de los espinosos arbustos que crecen en la región de Palestina, y pusieron en sus manos una caña, imitando un cetro real. Se inclinaron burlonamente ante él, saludándolo como el Rey de los judíos. Pero, mientras la burla de los sacerdotes consistía en un ataque a la autoridad espiritual de Cristo, los soldados se mofaron de su soberanía política. El verdadero Rey debió desfilar en ceremonia burlesca, vistiendo ropa que lo ridiculizaba. El que ofreció vestir a un mundo pecaminoso con su propia ropa de justicia y perfección estaba ahora vestido con vestiduras de burla.

Y, no obstante, lo increíble es que Jesús soportó esto por causa de su amor por aquellos que lo trataban así. Cuántos de nosotros, en el momento en que alguien nos trata mal o aun nos mira con ira, reaccionamos con enojo y procuramos devolver el gesto. Observa el ejemplo que nos dejó Jesús, aquí, con respecto a cómo respondió a este tratamiento.


¿Cómo respondes cuando te tratan injustamente? ¿Qué pue­des tomar como ejemplo que podría ayudarte a actuar en forma diferente la próxima vez que eso te suceda?


Jueves 16 de junio

REPARTIERON ENTRE SÍ MIS VESTIDOS”

Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes” (Salmo 22:18).

Es difícil imaginar la humillación que Jesús había de soportar. Después de la ceremonia burlesca de los soldados, fue llevado a la cruz y entonces, allí, le quitaron el último vestigio de sus posesiones terrenales, la ropa que llevaba. Golpeado, rechazado, humillado, burlado, y ahora desnudado y crucificado. Jesús, realmente, bebió la amarga copa que, desde “el principio del mundo” (Apocalipsis 13:8) había de ser suya.

Lee Juan 19:23 y 24 (ver también Mateo 27:35). ¿Qué importancia profética le da la Biblia a lo que sucedió allí, y por qué es importante?

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Estaba desarrollándose delante de ellos el mayor acto en toda la historia cósmica, y ¡estos soldados estaban tratando con algo tan banal como dividir las ropas de una de las víctimas!

Y, no obstante, su acto mismo no es tan trivial, porque la Biblia muestra que lo que hicieron los soldados era el cumplimiento de la profecía. Juan lo vincula directamente con los Salmos, diciendo que todo ocurrió “para que se cumpliese la profecía” (Mateo también lo dice), dándonos más evidencia para nuestra fe.

Piensa, además, lo que esto pudo significar para Jesús. El peso del pecado del mundo cae sobre él, la separación del Padre pesa sobre él, y Jesús ve entonces a los soldados, a su lado, repartiéndose la ropa y echando suertes, todo en cumplimiento de la profecía. Esto fácilmente pudo haberle dado algo más de valor para soportar lo que estaba afrontando en esa cruz. Estas acciones de los soldados eran más evidencias de que, no importaba cuán terrible fuera su prueba, o cuán doloroso fuera el sufrimiento, la profecía se estaba cumpliendo, su ministerio terrenal estaba acercándose a su gran clímax y la provisión quedaba hecha para dar la salvación a cualquier ser humano que la reclamara por fe. De este modo, Jesús tenía que soportar, y lo hizo.


¿Cuáles profecías bíblicas son las que más afirman tu fe, es­pecialmente en momentos de necesidad, particularmente en tiempos cuando las pruebas sacudieron tu fe?


Viernes 17 de junio

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “El toque de la fe”, El ministerio de curación, pp. 38-41; “El toque de la fe”; “En el tribunal de Pilato”; “El Calvario”, El Deseado de todas las gentes, pp. 310, 311, 676-680, 695.

Los enemigos del Señor aguardaron su muerte, entonces, con impaciente esperanza. Creían que esos acontecimientos eliminarían para siempre los rumores de su poder divino y la maravilla de sus milagros. Se complacían en pensar que entonces no necesitarían temblar más por causa de su influencia. Los indiferentes soldados que extendieron el cuerpo de Jesús en la cruz se repartieron sus ropas y contendieron por una prenda tejida pero sin costura. Finalmente, decidieron el asunto echando suertes. La pluma movida por la inspiración describió con exactitud esta escena cientos de años antes de que ocurriera: ‘Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. [...] Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes (Salmo 22:16, 18)” (La historia de la redención, pp. 231, 232).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. En la clase, repasen profecías bíblicas animadoras que cada participante encontró. ¿Cómo nos revelan estas profecías el hecho de que Dios realmente nos ha dado muy buenas razones para creer?

  2. Repasa los últimos días de la vida de Cristo y la increíble humillación, abnegación propia, y sufrimientos que él tuvo que soportar. ¿Qué lecciones podemos obtener de ellas para nosotros mismos? ¿Cómo podemos aprender a morir al yo de la manera en que Jesús nos lo reveló aquí?

  3. Piensa en la total ignorancia de los soldados que se burlaron de Jesús con el manto escarlata y la corona de espinas. O de los que se dividieron los vestidos de él bajo sus pies, sin darse cuenta de lo que realmente estaba sucediendo. O aun del sumo sacerdote, que rasgó su propio manto, en supuesta indignación justa por la respuesta de Jesús a él. Todos estos hombres actuaron en completa ignorancia y, no obstante, todos tomaron parte en la realización de un crimen horrible. Ignorar lo que estaban haciendo ¿es una buena excusa para sus acciones? ¿Crees que deberían ser castigados por hacer algo sin saber exactamente lo que era? Analiza estas preguntas.

junio 10, 2011

Escuela Sabatica. Leccion 11 Segundo Trimestre 2011, "El vestido de bodas"

Lección 11: para Junio 11

"La ropa nueva
del hijo prodigo"

Sábado 4 de Junio del 2011

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 21; 22:1-14; Apocalipsis 21:2, 9; Eclesiastés 12:14; Daniel 7:10; Génesis 3:3-19.

PARA MEMORIZAR:

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1)

LA HISTORIA CRISTIANA TIENE MUCHAS PÁGINAS OSCURAS. Profesos seguidores de Cristo han hecho cosas horribles y la profecía indica que se hará todavía más mal, en el nombre de Cristo, antes de que él retorne.

Las parábolas que consideraremos esta semana son fascinantes, y revelan la triste verdad de que no todos los que profesan seguir a Cristo lo hacen. Por supuesto, ¿quién puede juzgar entre los fieles y los infieles? ¿Quiénes somos para mirar “la paja que está en el ojo de tu hermano, y no [...] ver la viga que está en tu propio ojo”? (Mateo 7:3). Solo Dios puede hacer ese juicio.

Los convidados a la fiesta del evangelio son aquellos que profesan servir a Dios, aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida. Pero no todos los que profesan ser cristianos son verdaderos discípulos. Antes de que se dé la recompensa final, debe decidirse quiénes son idóneos para compartir la herencia de los justos. Esta decisión debe hacerse antes de la segunda venida de Cristo en las nubes del cielo; porque, cuando él venga, traerá su galardón consigo, ‘para recompensar a cada uno según sea su obra’ (Apocalipsis 22:12)” (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 251, 252).


Domingo 5 de junio

DÍAS DE FERVOR

Mateo 21, al contar algunos de los últimos días del ministerio de Jesús, está lleno de drama, tensión y excitación. También revela la alarmante capacidad de nuestros corazones de engañarnos, y el poder del mal para cegar nuestras mentes aun a las verdades más obvias. Es fácil, ahora, mirar hacia atrás y pensar: ¿Cómo pudieron esos líderes ser tan duros, tan ciegos, frente a toda la evidencia que Jesús les había dado?

Sin embargo, no debemos engañarnos. ¿Hay alguna razón para pensar –aun con tanta luz– que somos muy diferentes? ¿No mostramos, a veces, una indiferencia obstinada hacia la verdad, especialmente cuando ella interfiere con nuestros pecados favoritos y nuestra mundanalidad? Claro, Cristo murió por nosotros, y el perdón está disponible para todos. Pero, esas mismas palabras también pueden decirse de las personas que aparecen en este capítulo, los que le dieron las espaldas a Jesús y actuaron contra él. Cuán cuidadosos debemos ser, porque nos engañamos a nosotros mismos al pensar que no podemos ser engañados.

Lee Mateo 21 completo, que es la espina dorsal de la parábola del capítulo siguiente. ¿Cuál es el tema básico del capítulo? Si tuvieras que dar un resumen de él en pocas palabras, ¿qué dirías? ¿Qué lecciones espirituales podemos obtener para nosotros mismos?

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Las últimas dos líneas son las más fascinantes de todo el capítulo. No importa cuán endurecidos estuvieran los corazones del pueblo hacia Jesús, algo de su mensaje les llegó, porque sabían que él había estado hablando de ellos. Una cosa hubiera sido si no captaban nada, pero no fue así. Ese era el problema: parecieron haberlo entendido lo suficiente para querer sacar a Jesús del camino. Cuán fascinante era el hecho de que las multitudes judías atraídas a Jesús refrenaban a los líderes para no arrestarlo. Cuán triste es que quienes deberían haber sido maestros de los demás eran quienes tenían más que aprender y, en muchos casos, nunca lo aprendieron. Cuando finalmente lo hagan, será demasiado tarde (Romanos 14:10).


Lunes 6 de junio

LA INVITACIÓN DEL REY

Una cosa es tener un casamiento. Otra cosa es que un rey tenga un casamiento. Y ser invitado a un casamiento celebrado por un rey para su propio hijo debió haber sido realmente un gran honor. Las imágenes de unas bodas aquí, específicamente del hijo, son una referencia obvia a la relación entre Jesús y su iglesia (Apocalipsis 21:2, 9; Efesios 5:21-23).

Lee Mateo 22:1 al 8. ¿Cuál es la relación de esta parte de la parábola con lo que vimos en el capítulo anterior? ¿Qué tema aparece aquí?

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Nota, también, que el rey hizo todos los preparativos: arregló el casamiento, preparó la cena, hizo matar a los animales. De hecho, el mensaje era: “Todo está listo; vengan a las bodas”. Al final, todo lo que la gente debía hacer era aceptar lo que se le ofrecía.

Además, nota los factores que hicieron que la gente despreciara la invitación. Algunos no la tomaron en serio, no creyeron que era importante. Eso podría simbolizar a los que hoy no toman en serio las demandas de Dios, que por diversas razones no se abren a la verdad. Otros “se fueron”. Jesús dijo que el camino a la salvación es angosto (Mateo 7:14); la gente encuentra toda suerte de excusas para evitar y rechazar la invitación. Para otros, el atractivo fueron sencillamente las cosas materiales. Y, finalmente, mientras algunos simplemente ignoraron la invitación, otros hasta persiguieron a los que la daban. Cualquiera que haya sido la razón, todos quedaron afuera. Piensa, además, acerca de las palabras del rey, que dijo que los que habían rechazado la invitación “no eran dignos”. ¿Cómo entendemos esto, a la luz de la universalidad de todos los pecados humanos y su condición pecaminosa? ¿Hay alguno de nosotros que realmente sea digno de ser invitado a la fiesta del rey? Al final “ser digno”, en el sentido bíblico, proviene de lo que Cristo hace por nosotros; nuestra dignidad no está en nosotros mismos sino en lo que permitimos que Dios haga por nosotros y en nosotros.


De las razones que dieron los que rechazaron la invitación, ¿cuál encuentras más difícil de manejar en tu propia vida? ¿Qué promesas puedes reclamar que te permitirán resistirla?


Martes 7 de junio

LOS QUE FUERON A LA FIESTA

Después de que fueran rechazadas dos llamadas, el rey envió ahora otra: esta vez a “cuantos halléis” (Mateo 22:9), y ordenó a sus siervos que los invitaran a las bodas. Sin embargo, esta vez, la recepción fue diferente porque, de acuerdo con el texto, ellos salieron y “juntaron a todos los que hallaron” (Mateo 22:10).

Lee el resto de la parábola (Mateo 22:9-14). ¿Quiénes vinieron a la fiesta de bodas? ¿Qué significa que fueron “juntamente malos y buenos”?

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¿Notaste alguna vez que algunas de las personas más detestables, más mezquinas y más odiosas son profesos cristianos? ¿O que algunas de las personas más criticonas, hipócritas y malvadas son las que van a la iglesia, que reclaman las promesas de salvación y que profesan la certeza de la salvación?

Esto no es nada nuevo. ¿Cómo entendemos, por ejemplo, la fe de los Cruzados, tan dedicados al Señor Jesús que saquearon y despojaron a los que encontraban en su camino a la Tierra Santa? Un testigo ocular informó que “nuestras tropas hirvieron a adultos paganos en grandes vasijas. Empalaron a niños en palos agudos y los devoraron asados”. ¿Cómo pudieron esos horrores hacerse en el nombre de Jesús?

Es fácil (dices tú): Esta gente no eran cristianos reales. Pero ¿cómo lo sabes? ¿Cómo puedes juzgar sus corazones, qué se les enseñó, qué oportunidades tuvieron de saber mejor? ¿No podría ser que algunos más tarde se hayan arrepentido, reclamando las mismas promesas de perdón y gracia que nosotros reclamamos? ¿Qué dices acerca de los horrendos actos de quienes resultaron ser, al parecer, almas muy piadosas? ¿Quiénes somos nosotros para juzgar los corazones?

No deberíamos juzgar, pero Dios lo hace, debería hacerlo y lo hará (Romanos 14:10; Hebreos 10:30; Eclesiastés 12:14; Daniel 7:9, 10). Los Adventistas del Séptimo Día llamamos a esto el “juicio investigador”, y se revela en esta parábola.


Piensa en algunas de las cosas que han sido hechas por pro­fesos cristianos a lo largo de la historia y, a veces, en el nom­bre de Jesús. ¿Cómo nos ayuda esta parábola a comprender la manera en que Dios los tratará con justicia?


Miércoles 8 de junio

SIN EL VESTIDO

¿Qué representa el vestido de bodas en la parábola? ¿Por qué el rechazo del vestido es, literalmente, un asunto de vida o muerte eterna?

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A menos que uno crea en “una vez salvo, siempre salvo”, ¿cuál es el problema con la idea de que Dios, en algún momento de la historia, en forma final y definitiva, separará el trigo de la cizaña (Mateo 13:24-30); los prudentes, de los insensatos (Mateo 25:1-13); los fieles, de los infieles (Mateo 25:14-30); y los que realmente están cubiertos por su justicia, de los que no lo están (Mateo 22:1-14)? ¿Los separará de entre los que han profesado seguirlo, especialmente cuando algunos de ellos hicieron y podrían todavía estar haciendo cosas horribles, tal vez aun en su nombre?

¿No habrá algún tipo de arreglo de cuentas, al final, entre los verdaderos y los falsos que reclaman las mismas promesas de salvación que nosotros siempre hacemos, especialmente en una religión cuya base es que eres salvo por lo que otro hizo por ti?

Piensa: si la salvación fuera puramente por nuestras obras, sería fácil; basta hacer la suma de todas ellas. Pueden alcanzar el nivel o no. Punto. Pero, en una fe donde la salvación descansa en los méritos de lo que algún otro ha hecho por nosotros, una fe en la cual la justicia necesaria para la salvación existe en otro fuera de nosotros, el problema llega a ser más sutil, más lleno de matices. Por eso, el juicio de Uno que nunca comete errores parecería más necesario aquí que en una religión en la que las obras son la norma.

Y ¿acerca de qué trata esta parábola? De entre los que han profesado seguirlo, Dios separa lo verdadero de lo falso. Y ¿cuál es el factor decisivo? Es si ellos han sido revestidos con la maravillosa vestidura de justicia que Cristo ha ofrecido gratuitamente a todos.


Esta parábola hace una distinción importante entre ser miembro de una iglesia y ser un pecador salvado por la justi­cia de Cristo. Claramente no son lo mismo. Considera tu vida, tus actos, tus acciones, tus palabras, tus pensamientos, tus actitudes hacia amigos y enemigos. ¿Reflejan si estás vistien­do el manto de justicia o si eres alguien que solo ha venido a la fiesta?


Jueves 9 de junio

LA INVESTIGACIÓN

Como ya se dijo, a menos que creas que una vez que la persona es “salvada” nunca puede caer, es difícil imaginar que Dios no hiciera una separación final entre los que están vestidos con su justicia y los que solo pretenden estar vestidos así. De eso se trata esta parábola. Otra vez, para una religión basada no en nuestras obras sino en las obras de algún otro por nosotros (que reclamamos por fe), ¿cómo no habría una separación divina final?

Lee Eclesiastés 12:14 y 1 Corintios 4:5 a la luz de Mateo 22:11. ¿Cuál es el punto que tienen en común, y por qué eso es importante?

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Como adventistas del séptimo día, sabiendo de la gran controversia (Apocalipsis 12:7-9; 1 Pedro 5:8; Job 1, 2) y del interés del universo entero en este gran conflicto (Daniel 7:1-9; 1 Corintios 4:9; Efesios 3:10), fácilmente podemos rechazar el argumento –tomado de 2 Timoteo 2:19, “Conoce el Señor a los que son suyos”– usado contra la idea de que una investigación de las obras es bíblica. El Señor conoce a los suyos, pero el resto del universo, incluyéndonos a nosotros mismos, no.

Debemos recordar el cuadro grande: el interés de todo el universo en lo que está sucediendo aquí con el pecado, la rebelión, la salvación y el plan de Dios para tratar con todos de una manera abierta, justa y equitativa.

La idea de un juicio presupone una investigación. Considera Génesis 3:9 al 19: desde el primer momento después de que entró el pecado, Dios se involucró directamente, haciendo preguntas para respuestas que él ya conocía. Así como esta “investigación” no era para sí mismo (ayudó a Adán y a Eva a comprender la gravedad de lo que habían hecho), lo mismo puede decirse del “Juicio Investigador”: no revela nada nuevo para Dios; es para el beneficio de otros.

Así como en Génesis, donde la gracia de Dios predominó sobre la sentencia de muerte (ver Génesis 3:15), su gracia hace lo mismo para todos los verdaderos seguidores de Dios, ahora y en el Juicio, ¡cuando lo necesitan más!


¿Una investigación de tus obras? ¿Sorprende que necesites que la justicia de Cristo te cubra todo el tiempo, o que la sal­vación tenga que ser por gracia y no por obras? ¿Qué esperan­za tendrías si, cuando todas tus obras sean investigadas, no tuvieras el manto de Cristo cubriéndote?


Viernes 10 de junio

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “Ante el tribunal supremo”, Palabras de vida del gran Maestro, pp. 249-260.

Pero el plan de redención tenía un propósito todavía más amplio y profundo que el de salvar al hombre. Cristo no vino a la tierra solamente por este motivo; no vino meramente para que los habitantes de este pequeño mundo acatasen la ley de Dios como debe ser acatada; sino también vino para vindicar el carácter de Dios ante el universo” (Patriarcas y profetas, p. 55).

Sin embargo, Satanás no fue destruido entonces. Los ángeles no comprendieron ni aun entonces todo lo que entrañaba la gran controversia. Los principios que estaban en juego habían de ser revelados con mayor plenitud. Y, por causa del hombre, la existencia de Satanás debía continuar. Tanto el hombre como los ángeles debían ver el contraste entre el Príncipe de la luz y el príncipe de las tinieblas. El hombre debía elegir a quién quería servir” (El Deseado de todas las gentes, p. 709).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Piensa en la historia cristiana, piensa en las cosas terribles realizadas por cristianos profesos y, a menudo, en el nombre de Jesús. Piensa en cómo las personas usaron su fe como cubierta, como manto, como justificación de algunos crímenes horribles. ¿De qué modo este hecho desafortunado nos ayuda a comprender mejor la necesidad de separación entre los profesos seguidores de Jesús, como se revela en esta parábola y en otros textos de la Biblia?

  2. Elena de White aclara bien que el manto de Cristo representa la justicia de Jesús que no solo nos cubre, o justifica, sino también nos cambia a su imagen y nos permite reflejar su carácter en nuestras vidas. ¿Cómo debemos entender las diferencias entre estas dos verdades esenciales, y por qué es importante que lo hagamos?

  3. Reflexiona sobre la realidad de la gran controversia y cuánto impacta e influye sobre nuestra teología como Adventistas del Séptimo Día. Abre tu Biblia y reúne todos los textos que puedas encontrar que muestren cuán bíblico e importante es este tema.

  4. Jesús terminó su parábola del vestido de bodas con estas palabras: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 22:14). ¿Qué piensas que quiso decir con esa afirmación, dado el contexto de la parábola?