"La Santidad de Dios"
Sábado 28 de Enero
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LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 11:10; Marcos 1:2; Génesis 2:3; Job 42:5, 6; Lucas 5:1-11; Lucas 4:31-36; Isaías 6:1-3; Apocalipsis 4:8, 9.
PARA MEMORIZAR:
“Exaltad a Jehová nuestro Dios, y postraos ante su santo monte, porque Jehová nuestro Dios es santo” (Sal. 99:9).
PENSAMIENTO CLAVE: Las Escrituras prestan mucha atención a la santidad de Dios. ¿Qué nos dice esta santidad acerca de cómo es Dios, y qué significa para el plan de salvación?
UNA DE LAS PREMISAS FUNDAMENTALES de todos los escritores bíblicos es que el Dios del cielo existe. Ninguno expresa la menor duda acerca de esto, ni intenta demostrarlo. La existencia de Dios es algo dado, algo así como un axioma en geometría.
Dentro de la Biblia, encontramos un extenso repaso de cómo es Dios y el modo en que se relaciona con los seres caídos, a quienes él anhela redimir. Esta semana nos concentraremos en la santidad de Dios, un aspecto de Dios primordial en las Escrituras. Dios es amor y nos pide que lo llamemos “Padre”. Dios es paciente, perdonador y cuida de sus hijos. Según la Biblia, la santidad de Dios es fundamental para comprenderlo. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, la santidad de Dios subyace a su autorrevelación. Este tema aparece en toda la Biblia. Entonces, ¿qué significa que Dios sea santo? ¿Cómo describe la Biblia su santidad? ¿Y cómo nosotros, seres no santos, nos relacionamos con un Dios así?
Lección 5 - Domingo 29 de enero
¿Qué frases repiten los profetas del Antiguo Testamento, una y otra vez? Jer. 7:1-3.
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¿Cómo nos ayudan los siguientes textos a ver el lazo que une el Nuevo Testamento con el Antiguo? ¿Qué nos dicen acerca de cómo Jesús, y los autores del Nuevo Testamento, consideraban el Antiguo Testamento? Mat. 4:4; 11:10; Mar. 1:2; 7:6; Juan 12:14, 15; Hech. 13:33; Rom. 3:10; Gál. 3:13; 1 Ped. 1:16; 1 Cor. 5:7.
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Lección 5 - Lunes 30 de enero
La palabra hebrea para “santificó” significa “hacer santo” o “declarar santo”. La santidad implica que algo es especial, “santo”, y esto lo sitúa aparte de lo que no es santo.
Hasta cierto punto, entonces, esta idea debería ayudarnos a comprender la santidad de Dios. Dios es puesto aparte de cualquier otra cosa en la creación. Es trascendentemente separado, tan por encima y más allá de cualquier cosa que podamos realmente captar. Ser santo es ser “otro”, ser diferente en una forma especial, como el sábado.
¿De qué modo estos textos nos ayudan a comprender la santidad de Dios en este contexto? Éxo. 15:11; 1 Sam. 2:2; Sal. 86:8-10; 99:1-3; Isa. 40:25.
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Este concepto de santidad debería ayudarnos a comprender mejor la brecha entre un Dios que es santo y una raza de seres que no lo son, una raza de pecadores. Dios está separado de nosotros, no solo porque él es el Creador y nosotros los creados, sino también porque somos seres caídos. Todo esto tendría que ayudarnos a entender lo que Cristo ha hecho por nosotros.
Si bien fuimos hechos a imagen de Dios, ¿de qué forma nos diferenciamos radicalmente de él? ¿Cómo esas disparidades nos ayudan a entender nuestra necesidad de un Salvador? Haz una lista de esas diferencias y llévalas a la clase el sábado.
Lección 5 - Martes 31 de enero
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El profeta Ezequiel, a quien Dios envía a Israel (aun cuando estaban cautivos en Babilonia como resultado de su infidelidad), también experimentó la augusta presencia de Dios. ¿Qué sucedió? (Eze. 1:28).
Jacob tuvo que huir de su casa después de engañar a su padre, Isaac, y a su hermano gemelo, Esaú. ¿Cuál fue la reacción de Jacob después de su visión nocturna: de la escalera hacia el cielo y Dios hablándole? (Gén. 28:16, 17).
Mientras Israel permanecía acampado en Sinaí, Dios otra vez descendió en la nube sobre el monte y se reveló a sí mismo a Moisés. ¿Cómo reaccionó Moisés? (Éxo. 34:8).
Daniel, otro profeta durante la misma cautividad babilónica de Israel, también recibió grandes visiones de Dios mientras servía como alto oficial del Gobierno.
Aunque se le repitió a Daniel que él era amado en el cielo, ¿cómo reaccionó Daniel cuando recibió una visión de Dios? ¿Por qué crees que reaccionó así? Dan. 10:5-8.
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Aun cuando estos hombres eran fieles, piadosos y justos –eran profetas–, su reacción a la presencia de Dios fue de temor y adoración. No hay dudas de que eso se debió, entre otras cosas, a que sintieron su propia indignidad y pecaminosidad en contraste con la santidad de Dios. En su propio modo, estos pasajes sugieren la necesidad de un Salvador, un Sustituto, Alguien que cruce el abismo entre un Dios santo y criaturas caídas y pecaminosas como nosotros. Gracias a Dios, tenemos ese puente en Jesús.
Imagínate que tuvieras una experiencia similar a la de uno de los hombres mencionados arriba. ¿Cómo te parece que reaccionarías, y por qué?
Lección 5 - Miércoles 1º de febrero
¿Qué enseñan los escritores del Nuevo Testamento acerca de la santidad de Dios? Lee Lucas 5:1 al 11. ¿Cómo muestra esto la consistencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento acerca del tema?
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Después de que estos pescadores trabajaron toda la noche sin éxito, Jesús les proveyó una pesca milagrosa. La respuesta humana normal hubiera sido agradecer a Jesús por tan gran ayuda financiera. La respuesta de Pedro, en cambio, fue diferente: muy parecida a la de los personajes del Antiguo Testamento.
“Pero Pedro ya no pensaba en los barcos ni en su carga. Este milagro, más que cualquier otro que hubiese presenciado, era para él una manifestación del poder divino. En Jesús vio a Aquel que tenía sujeta toda la naturaleza bajo su dominio. La presencia de la divinidad revelaba su propia falta de santidad. Le vencieron el amor a su Maestro, la vergüenza por su propia incredulidad, la gratitud por la condescendencia de Cristo, y sobre todo el sentimiento de su impureza frente a la pureza infinita. Mientras sus compañeros estaban guardando el contenido de la red, Pedro cayó a los pies del Salvador, exclamando: ‘Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador’” (DTG 212, 213).
¿Por qué esta reacción? Porque ya no estamos en el Jardín del Edén, donde Adán y Eva daban la bienvenida a Dios en las tardes. Esta comunión cambió después de la Caída, cuando la pareja huyó y se escondió. Desde entonces, no ha cambiado mucho, y esta reacción está en todas las Escrituras. Siempre que un ser humano se encuentra con el Dios vivo, hay temor al descubrir la inmensidad de su pecaminosidad.
¿Cuándo fue la última vez que miraste bien tu propia naturaleza pecaminosa? Fue un cuadro bastante horrible, ¿verdad? ¿Cuál es tu única esperanza, y por qué?
Lección 5 - Jueves 2 de febrero
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Los demonios, que son ángeles caídos, saben quién es Jesús, y aun ellos –en su odio, rebelión y malicia– se ven obligados a reconocer que él es santo. Nota que temían que Cristo los destruyera. ¿Por qué ese temor? Debe ser porque, llenos de pecado, aun los demonios temen la santidad de Dios, así como los seres humanos.
En el Apocalipsis, Juan describe una visión de Dios. Lee Apocalipsis 1:12 al 17. Juan, el apóstol que más sintió el amor de Dios, al encontrarse con el Dios santo, respondió como los del Antiguo Testamento.
Además, los seres celestiales adoran a Dios en el Santuario celestial en forma similar al cuadro descrito por Isaías siglos antes, en una visión (ver Isa. 6:1-3).
¿Qué oyó Juan que decían los seres celestiales alrededor del Trono? Apoc. 4:8, 9.
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Aunque Dios es amor y los seres celestiales lo adoran alrededor de su trono, el canto de adoración no es: “Dios es amor, amor, amor”, ni: “Dios es bueno, bueno, bueno”. En cambio, estos seres exclaman: “Santo, santo, santo es el Señor Dios todopoderoso”. Aunque todo el cielo está involucrado en el ministerio del amor de Dios y la salvación para este mundo, los seres celestiales alaban la santidad de Dios. Como seres sin pecado, se maravillan ante su santidad, pero no se esconden con temor, como lo hacen los seres caídos.
En las Escrituras, en todos los encuentros humanos con lo divino, lo que vemos es que, frente a su santidad, los seres humanos se ven como realmente son. Y eso es temible. En la Biblia, cuando las personas se encuentran con Dios, no hay aplausos ni cantos frívolos, sino un arrepentimiento personal profundo. Cada uno admite su culpa personal, sin excusas y sin referirse a otras personas. Cuán diferentes serían nuestras palabras, vidas y actos si todos viviéramos con el sentido constante, no solo de la presencia de Dios, sino también de su santidad.
Lección 5 - Viernes 3 de febrero
Lección 5 - Domingo 29 de enero
“ESCRITO ESTÁ”
Un estudio superficial de la historia de la iglesia basta para ver que es fácil desarrollar ideas acerca de Dios y luego adorar esas ideas en lugar de adorar a Dios. Como dijo el escéptico Voltaire: “Dios hizo al hombre a su imagen, y el hombre ha devuelto el cumplido”. Podemos no percibir que comprendemos a Dios en forma incompleta o incluso falsa.
Debemos volver a las Escrituras y comparar nuestro pensamiento acerca de Dios con lo que se enseña en ambos Testamentos, pues Dios nos habla en ellos. Algunos alegan que el Dios revelado en el Nuevo Testamento es diferente de el del Antiguo Testamento. Como adventistas del séptimo día, no aceptamos esa posición, ni es el concepto bíblico.¿Qué frases repiten los profetas del Antiguo Testamento, una y otra vez? Jer. 7:1-3.
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Centenares de veces, los mensajes proféticos del Antiguo Testamento incluyen la frase “así dice Jehová” o dichos equivalentes. Esto debería recordarnos que no solo el profeta está hablando por Dios, sino también Dios habla por sí mismo mediante el profeta.
A su vez, en el Nuevo Testamento se hacen muchas referencias al Antiguo Testamento. ¿Cómo se entiende el sacrificio de Jesús, si no es por el sistema de sacrificios revelado en el Antiguo Testamento? ¿Cuántas veces Jesús y los autores del Nuevo Testamento usaron el Antiguo para afianzar sus argumentos? Todo el Nuevo Testamento encuentra su fundamento en el Antiguo. Toda las Escritura –ambos Testamentos– fueron inspirados por Dios (2 Tim. 3:16).
¿Cómo nos ayudan los siguientes textos a ver el lazo que une el Nuevo Testamento con el Antiguo? ¿Qué nos dicen acerca de cómo Jesús, y los autores del Nuevo Testamento, consideraban el Antiguo Testamento? Mat. 4:4; 11:10; Mar. 1:2; 7:6; Juan 12:14, 15; Hech. 13:33; Rom. 3:10; Gál. 3:13; 1 Ped. 1:16; 1 Cor. 5:7.
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Mark Twain una vez dijo que no eran las partes de la Biblia que él no comprendía las que lo molestaban; eran las partes que sí entendía. ¿Quién no encontró, algunas veces, secciones de la Biblia que lo molestaron? Dado lo que la Biblia dice de sí misma (2 Tim. 3:16), ¿cuál debe ser nuestra respuesta frente a lo que no comprendemos o que tal vez no nos guste? (Ver también 1 Cor. 13:12.)
Lección 5 - Lunes 30 de enero
PARA SER PUESTOS APARTE
¿Cuál es la primera vez que el concepto de “santidad” (que viene de la misma raíz traducida a menudo como “santificado”) se menciona en la Biblia? Gén. 2:3. ¿Cuán importante es el hecho de que lo primero que se consideró santo en la Biblia fue el tiempo?
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Este texto nos da nuestra primera idea sobre la santidad. Muestra que algo, en este caso el tiempo, es “puesto aparte” de lo que lo rodea. El séptimo día en sí mismo no es diferente de cualquier otro período de 24 horas, de puesta de sol a puesta de sol. Lo que lo hace diferente, “santo”, es que Dios lo declaró así. Él lo apartó del resto de la semana.____________________________________________________________________
La palabra hebrea para “santificó” significa “hacer santo” o “declarar santo”. La santidad implica que algo es especial, “santo”, y esto lo sitúa aparte de lo que no es santo.
Hasta cierto punto, entonces, esta idea debería ayudarnos a comprender la santidad de Dios. Dios es puesto aparte de cualquier otra cosa en la creación. Es trascendentemente separado, tan por encima y más allá de cualquier cosa que podamos realmente captar. Ser santo es ser “otro”, ser diferente en una forma especial, como el sábado.
¿De qué modo estos textos nos ayudan a comprender la santidad de Dios en este contexto? Éxo. 15:11; 1 Sam. 2:2; Sal. 86:8-10; 99:1-3; Isa. 40:25.
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Este concepto de santidad debería ayudarnos a comprender mejor la brecha entre un Dios que es santo y una raza de seres que no lo son, una raza de pecadores. Dios está separado de nosotros, no solo porque él es el Creador y nosotros los creados, sino también porque somos seres caídos. Todo esto tendría que ayudarnos a entender lo que Cristo ha hecho por nosotros.
Si bien fuimos hechos a imagen de Dios, ¿de qué forma nos diferenciamos radicalmente de él? ¿Cómo esas disparidades nos ayudan a entender nuestra necesidad de un Salvador? Haz una lista de esas diferencias y llévalas a la clase el sábado.
Lección 5 - Martes 31 de enero
ARREPENTIRSE EN POLVO Y CENIZA
Después de soportar sufrimientos inhumanos en manos de Satanás, Job exclama a Dios: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:5, 6). ¿Qué nos dice esta reacción acerca de la santidad de Dios, en contraste con la pecaminosidad humana? ¿De qué forma es anunciado el evangelio en la reacción de Job a lo que él había experimentado?____________________________________________________________________
El profeta Ezequiel, a quien Dios envía a Israel (aun cuando estaban cautivos en Babilonia como resultado de su infidelidad), también experimentó la augusta presencia de Dios. ¿Qué sucedió? (Eze. 1:28).
Jacob tuvo que huir de su casa después de engañar a su padre, Isaac, y a su hermano gemelo, Esaú. ¿Cuál fue la reacción de Jacob después de su visión nocturna: de la escalera hacia el cielo y Dios hablándole? (Gén. 28:16, 17).
Mientras Israel permanecía acampado en Sinaí, Dios otra vez descendió en la nube sobre el monte y se reveló a sí mismo a Moisés. ¿Cómo reaccionó Moisés? (Éxo. 34:8).
Daniel, otro profeta durante la misma cautividad babilónica de Israel, también recibió grandes visiones de Dios mientras servía como alto oficial del Gobierno.
Aunque se le repitió a Daniel que él era amado en el cielo, ¿cómo reaccionó Daniel cuando recibió una visión de Dios? ¿Por qué crees que reaccionó así? Dan. 10:5-8.
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Aun cuando estos hombres eran fieles, piadosos y justos –eran profetas–, su reacción a la presencia de Dios fue de temor y adoración. No hay dudas de que eso se debió, entre otras cosas, a que sintieron su propia indignidad y pecaminosidad en contraste con la santidad de Dios. En su propio modo, estos pasajes sugieren la necesidad de un Salvador, un Sustituto, Alguien que cruce el abismo entre un Dios santo y criaturas caídas y pecaminosas como nosotros. Gracias a Dios, tenemos ese puente en Jesús.
Imagínate que tuvieras una experiencia similar a la de uno de los hombres mencionados arriba. ¿Cómo te parece que reaccionarías, y por qué?
Lección 5 - Miércoles 1º de febrero
¡APÁRTATE DE MÍ!
El Antiguo Testamento es un registro de respuestas humanas a un Dios santo. ¿Qué hay en el Nuevo Testamento? Algunos cristianos modernos alegan que el Antiguo Testamento presenta un cuadro anticuado de Dios, porque es severo y dispuesto a la ira, y que Jesús es el Dios de la gracia y el amor. Esta es una visión distorsionada de la Biblia y del carácter de un Dios que no cambia.¿Qué enseñan los escritores del Nuevo Testamento acerca de la santidad de Dios? Lee Lucas 5:1 al 11. ¿Cómo muestra esto la consistencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento acerca del tema?
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Después de que estos pescadores trabajaron toda la noche sin éxito, Jesús les proveyó una pesca milagrosa. La respuesta humana normal hubiera sido agradecer a Jesús por tan gran ayuda financiera. La respuesta de Pedro, en cambio, fue diferente: muy parecida a la de los personajes del Antiguo Testamento.
“Pero Pedro ya no pensaba en los barcos ni en su carga. Este milagro, más que cualquier otro que hubiese presenciado, era para él una manifestación del poder divino. En Jesús vio a Aquel que tenía sujeta toda la naturaleza bajo su dominio. La presencia de la divinidad revelaba su propia falta de santidad. Le vencieron el amor a su Maestro, la vergüenza por su propia incredulidad, la gratitud por la condescendencia de Cristo, y sobre todo el sentimiento de su impureza frente a la pureza infinita. Mientras sus compañeros estaban guardando el contenido de la red, Pedro cayó a los pies del Salvador, exclamando: ‘Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador’” (DTG 212, 213).
¿Por qué esta reacción? Porque ya no estamos en el Jardín del Edén, donde Adán y Eva daban la bienvenida a Dios en las tardes. Esta comunión cambió después de la Caída, cuando la pareja huyó y se escondió. Desde entonces, no ha cambiado mucho, y esta reacción está en todas las Escrituras. Siempre que un ser humano se encuentra con el Dios vivo, hay temor al descubrir la inmensidad de su pecaminosidad.
¿Cuándo fue la última vez que miraste bien tu propia naturaleza pecaminosa? Fue un cuadro bastante horrible, ¿verdad? ¿Cuál es tu única esperanza, y por qué?
Lección 5 - Jueves 2 de febrero
CUANDO HABLAN LOS DEMONIOS
Lee Lucas 4:31 al 36. ¿Qué testimonio se da allí de la santidad de Cristo? ¿Por qué es importante que haya sido ese ser quien dio el testimonio? ¿Qué lecciones puedes obtener de este incidente acerca de la santidad de Dios?____________________________________________________________________
Los demonios, que son ángeles caídos, saben quién es Jesús, y aun ellos –en su odio, rebelión y malicia– se ven obligados a reconocer que él es santo. Nota que temían que Cristo los destruyera. ¿Por qué ese temor? Debe ser porque, llenos de pecado, aun los demonios temen la santidad de Dios, así como los seres humanos.
En el Apocalipsis, Juan describe una visión de Dios. Lee Apocalipsis 1:12 al 17. Juan, el apóstol que más sintió el amor de Dios, al encontrarse con el Dios santo, respondió como los del Antiguo Testamento.
Además, los seres celestiales adoran a Dios en el Santuario celestial en forma similar al cuadro descrito por Isaías siglos antes, en una visión (ver Isa. 6:1-3).
¿Qué oyó Juan que decían los seres celestiales alrededor del Trono? Apoc. 4:8, 9.
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Aunque Dios es amor y los seres celestiales lo adoran alrededor de su trono, el canto de adoración no es: “Dios es amor, amor, amor”, ni: “Dios es bueno, bueno, bueno”. En cambio, estos seres exclaman: “Santo, santo, santo es el Señor Dios todopoderoso”. Aunque todo el cielo está involucrado en el ministerio del amor de Dios y la salvación para este mundo, los seres celestiales alaban la santidad de Dios. Como seres sin pecado, se maravillan ante su santidad, pero no se esconden con temor, como lo hacen los seres caídos.
En las Escrituras, en todos los encuentros humanos con lo divino, lo que vemos es que, frente a su santidad, los seres humanos se ven como realmente son. Y eso es temible. En la Biblia, cuando las personas se encuentran con Dios, no hay aplausos ni cantos frívolos, sino un arrepentimiento personal profundo. Cada uno admite su culpa personal, sin excusas y sin referirse a otras personas. Cuán diferentes serían nuestras palabras, vidas y actos si todos viviéramos con el sentido constante, no solo de la presencia de Dios, sino también de su santidad.
Lección 5 - Viernes 3 de febrero
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Mientras Cristo estaba ante la multitud que traficaba en el Templo, “la confusión se acalló. Cesó el ruido del tráfico y de los negocios. El silencio se hizo penoso. Un sentimiento de pavor dominó a la asamblea. Fue como si hubiese comparecido ante el tribunal de Dios para responder de sus hechos. Mirando a Cristo, todos vieron la divinidad que fulguraba a través del manto de la humanidad. La Majestad del cielo estaba allí como el Juez que se presentará en el día final [...] tenía el mismo poder de leer el alma.
Sus ojos recorrían toda la multitud, posándose en cada uno de los presentes. Su persona parecía elevarse sobre todos con imponente dignidad, y una luz divina iluminaba su rostro. Habló, y su voz clara y penetrante –la misma que sobre el monte Sinaí había proclamado la Ley que los sacerdotes y príncipes estaban transgrediendo– se oyó repercutir por las bóvedas del Templo: ‘Quitad de aquí esto, y no hagáis la casa de mi Padre casa de mercado’.
“Descendiendo lentamente de las gradas y alzando el látigo de cuerdas que había recogido al entrar en el recinto, ordenó a la hueste de traficantes que se apartase de las dependencias del Templo. [...] Nadie pretendió poner en duda su autoridad. [...] Los oficiales del Templo, los sacerdotes especuladores, los cambistas y los negociantes de ganado huyeron del lugar con sus ovejas y sus bueyes, dominados por un solo pensamiento: el de escapar a la condenación de su presencia” (DTG 131, 132).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:Sus ojos recorrían toda la multitud, posándose en cada uno de los presentes. Su persona parecía elevarse sobre todos con imponente dignidad, y una luz divina iluminaba su rostro. Habló, y su voz clara y penetrante –la misma que sobre el monte Sinaí había proclamado la Ley que los sacerdotes y príncipes estaban transgrediendo– se oyó repercutir por las bóvedas del Templo: ‘Quitad de aquí esto, y no hagáis la casa de mi Padre casa de mercado’.
“Descendiendo lentamente de las gradas y alzando el látigo de cuerdas que había recogido al entrar en el recinto, ordenó a la hueste de traficantes que se apartase de las dependencias del Templo. [...] Nadie pretendió poner en duda su autoridad. [...] Los oficiales del Templo, los sacerdotes especuladores, los cambistas y los negociantes de ganado huyeron del lugar con sus ovejas y sus bueyes, dominados por un solo pensamiento: el de escapar a la condenación de su presencia” (DTG 131, 132).
1. En la clase, repasen las respuestas que dieron a la última pregunta del lunes. ¿Cuáles son las diferencias principales entre nosotros y un Dios santo? ¿Cómo se pueden erradicar algunas de esas diferencias?
2. Dado lo que vimos esta semana, es fácil darse cuenta de por qué la justificación y satisfacción propias, acerca de la condición espiritual de uno, son un engaño peligroso. ¿Por qué?
3. Piensa en alguien que conoces y que parece “santo”: es decir, recto, honesto, puro, etc. ¿Cómo reaccionas ante esa persona? ¿Te hace sentir bien o mal? ¿Por qué?
RESUMEN: Sería agradable concentrarse en el amor de Dios en vez de hacerlo en su santidad, pero eso estaría lejos de la verdad. Necesitamos encontrarnos con la ardiente santidad de Dios hasta temblar ante él. Comprender la santidad de Dios y nuestra pecaminosidad nos ayuda a entender qué es la expiación, por qué la necesitamos y por qué es tan costosa
2. Dado lo que vimos esta semana, es fácil darse cuenta de por qué la justificación y satisfacción propias, acerca de la condición espiritual de uno, son un engaño peligroso. ¿Por qué?
3. Piensa en alguien que conoces y que parece “santo”: es decir, recto, honesto, puro, etc. ¿Cómo reaccionas ante esa persona? ¿Te hace sentir bien o mal? ¿Por qué?
RESUMEN: Sería agradable concentrarse en el amor de Dios en vez de hacerlo en su santidad, pero eso estaría lejos de la verdad. Necesitamos encontrarnos con la ardiente santidad de Dios hasta temblar ante él. Comprender la santidad de Dios y nuestra pecaminosidad nos ayuda a entender qué es la expiación, por qué la necesitamos y por qué es tan costosa