Sábado 1º de mayo
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 3:8-10; Salmo 118:6; Proverbios 17:22; Mateo 6:27-34; Hebreos 13:6; 1 Juan 4:18.
PARA MEMORIZAR:
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).
CONVENCIDO DE QUE ERA VÍCTIMA de un hechizo, un paciente fue al médico con síntomas no relacionados con ninguna enfermedad o ningún síndrome conocidos. El médico puso delante del paciente dos tubos de vidrio, uno lleno con agua oxigenada y el otro con agua pura, aunque ambos parecían exactamente idénticos. Sacó sangre del paciente, y la mezcló con el agua oxigenada. La mezcla, de inmediato, comenzó a burbujear y a chisporrotear, por lo cual el paciente creyó que era la obra del hechizo.
El médico luego le dio al paciente una sencilla inyección salina, diciéndole que eso quebraría el hechizo. Después de un tiempo breve, le sacó sangre y la mezcló con el agua corriente en el otro tubo. No hubo burbujeo ni chisporroteo, “prueba” de que el hechizo se había quebrado. El paciente salió sintiéndose curado, y trajo a todos sus amigos al médico, para ser “curados” también.
Este estudio muestra, de hecho, cuán poderosa es la influencia de nuestra mente sobre nuestro cuerpo, que será parte de lo que estudiaremos esta semana.
UN VISTAZO A LA SEMANA: La fe y la confianza en la bondad del Señor pueden tener efectos muy positivos sobre la salud.
Domingo 2 de mayo
EL FACTOR TEMOR
Durante un tiempo, los que miraban la televisión en los Estados Unidos vieron un programa llamado “El factor Temor”, en el que los participantes eran puestos en diferentes situaciones de temor: desde estar en un pozo lleno de escorpiones o de ratas, hasta caminar dentro de un edificio incendiado, todo para ver cómo afrontaban el temor.
Pero, no hace falta fabricar temor. La vida misma está llena de situaciones que nos hacen sentir miedo. Un filósofo británico del siglo XVII, Thomas Hobbes, afirmaba que el temor era el factor principal y motivador de la vida humana, y que los seres humanos creamos gobiernos con el propósito de protegernos de aquellos que nos harían daño. No importa quiénes seamos, dónde vivamos, cuán seguros nos sintamos, todos afrontamos cosas que nos hacen sentir temor.
El temor, sin embargo, no siempre es malo.
¿Cuáles son algunas formas en las que el temor puede ayudar a protegernos? En realidad, ¿a qué cosas realmente deberíamos temer?
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El temor es una emoción natural, que nos ayuda a enfrentar el peligro y a sobrevivir. Este sentimiento (o instinto) es necesario en un mundo sujeto a accidentes, crímenes, enfermedad, terrorismo y guerra.
¿Qué podemos aprender acerca del temor en la primera mención de él en la Biblia? Génesis 3:8-10.
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Por cierto, en este mundo hay muchos factores que nos hacen temer. Pero, a menudo tememos cosas que nunca ocurren. El temor es una emoción que produce mucho estrés, que puede perjudicar seriamente nuestros cuerpos. Es decir, el temor no se limita solo a lo que hace a nuestras mentes; también puede tener efectos muy dañinos sobre la salud física. La pregunta, entonces, debería ser: ¿Cómo hemos de hacer frente al temor?
¿Cuáles son tus temores? ¿Cómo han afectado tu vida? ¿Cómo puedes aprovechar mejor las promesas de Dios al tratar con cosas que te hacen tener miedo?
Lunes 3 de mayo
UN HOMBRE LE DIJO AL UNIVERSO
Un hombre le dijo al universo:
–Señor, yo existo.
–Sin embargo –le contestó el universo–,
ese hecho no me genera
un sentido de obligación”. –Stephen Crane.
Lee el poema de arriba. ¿Qué mensaje transmite? ¿Cómo deberíamos nosotros, como cristianos adventistas, diferir, en cuanto al concepto de nuestro lugar en el universo, con la idea presentada por ese poema? ¿Cuál es la razón principal para esa diferencia?
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Piensa por un momento: imagina que no hubiera Dios, ni Creador, ni Poder divino que nos haya creado. Imagina que somos lo que mucha gente dice que somos: simios altamente avanzados, nada más; simplemente, seres que surgieron en un universo sin Dios, un universo que no se interesa en absoluto en nosotros. Imagina que estuviéramos a merced de fuerzas ciegas que no tienen interés ni preocupación por nosotros ni por nuestro bienestar. ¿Qué clase de mundo sería ese?
Pero, eso no es lo que creemos como cristianos. Creemos que Dios nos creó, nos sostiene y nos cuida. Por eso, más que todas las demás personas, nosotros tenemos razones para poder hacer frente a los temores y las pruebas que afligen a toda la humanidad.
Lee cuidadosamente los siguientes textos. ¿Qué esperanza y consuelo, aun en medio de tiempos llenos de temor, puedes obtener de ellos? Salmo 118:6; Proverbios 3:5, 6; Lucas 12:6, 7; Romanos 8:38, 39; Hebreos 13:6; 2 Timoteo 1:7; 1 Juan 4:6.
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No hay dudas: aun como cristianos que creemos en Dios, afrontamos un mundo aterrador, un mundo en el que cualquier cosa puede ocurrir. Con nuestro conocimiento de Dios, sin embargo, tenemos un contexto que nos ayuda a comprender mejor el mundo como un todo y nuestro lugar en él.
Y así, idealmente, podemos tener esperanza y consuelo aun en medio de los tiempos más difíciles. Esto no significa que no afrontaremos cosas malas, o cosas que pueden causarnos temor. En cambio, significa que tenemos un fundamento firme sobre el cual afrontar y tratar esos temores.
Martes 4 de mayo
EL PODER DE LA FE
“El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos” (Proverbios 17:22). ¿Qué nos indica este texto acerca del vínculo entre la mente y el cuerpo?
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Un niñito yacía moribundo en el hospital cuando su maestro lo visitó y le dio tareas escolares para hacer. “Aquí, Miguel”, le dijo, “hay lecciones sobre verbos y adverbios. Haz lo mejor que puedas”. En realidad, el maestro sentía la inutilidad de todo eso ya que el niño parecía estar muy letárgico, resignado a la muerte. No obstante, muy pronto el niño tuvo un vuelco notable. Todo cambió, y ahora parecía en camino a la recuperación. Cuando le preguntaron por qué los deberes escolares parecían haberlo cambiado tanto, él contestó: “El maestro no iba a darle a un moribundo un trabajo con adverbios y verbos, ¿verdad?”
El vínculo entre la mente, las actitudes y el cuerpo es muy potente. Aunque la ciencia no entienda completamente cómo funciona, se sabe que el vínculo está allí, y que puede producir una gran diferencia en nuestra salud general.
Y aquí la fe en Dios, la confianza en su amor y en su bondad, puede marcar una enorme diferencia. ¡Cuánto más fácil es tener menos estrés cuando conoces la realidad del amor de Dios y de su cuidado por ti! Los estudios en todo el mundo han mostrado que la fe religiosa trae consigo claros beneficios para la salud; que los que creen en Dios viven más tiempo, sufren menos depresión y tratan mejor los eventos traumáticos. Y, aunque no podemos olvidar el poder milagroso de Dios para darnos curación, eso no es necesariamente lo que siempre ocurre. En cambio, la paz, la seguridad, la esperanza que la fe da al creyente pueden producir actitudes mentales que impactarán para bien de la salud. Un corazón alegre puede ser, realmente, como una medicina, y aún mejor, porque muy a menudo los medicamentos pueden producir efectos secundarios perjudiciales.
Lee Mateo 6:27 al 34. ¿Qué nos está enseñando Jesús? ¿Cómo podemos aplicar estas palabras a cualquier factor que nos esté causando temor y preocupación? ¿Hay alguno de esos temores que sea demasiado grande para que el Señor lo maneje? ¿Hay alguien que esté más allá del alcance amante de Dios? ¿Cómo puedes aprender a entregar estos temores al Señor y tener la paz que él promete?
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