mayo 28, 2011

La ropa nueva del hijo prodigo

Lección 09: para Junio 4

"La ropa nueva
del hijo prodigo"

Sábado 28 de Mayo del 2011

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 4:1-8; 25:25-34; Lucas 15:4-32; Juan 11:9, 10; Romanos 5:12-20.

PARA MEMORIZAR:

Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado” (Lucas 15:32)

SOMERSET MAUGHAM ESCRIBIÓ UN CUENTO corto llamado “Lluvia”, acerca de un misionero en los Mares del Sur que “convirtió” a una prostituta al evangelio. Se entregó de todo corazón para convertirla, aunque a veces sus métodos parecían severos y no perdonadores. Él insistía en que ella regresara a los Estados Unidos (de donde ella huía), para completar una sentencia en prisión, a pesar de las desesperadas súplicas de ella para evitar la tortura y la ignominia que la esperaban en la cárcel. El misionero insistía en que completar su período en prisión era una parte del proceso de arrepentimiento que ella necesitaba atravesar, y que por ello debía regresar.

La historia terminó inesperadamente. El misionero se mató; su cuerpo mutilado fue encontrado en la playa. ¿Qué había ocurrido? Aparentemente, después de tanto tiempo con la prostituta, cayó en pecado con ella e, incapaz de perdonarse, se suicidó.

Lo que esos personajes necesitaban era lo que todos necesitamos como pecadores: una experiencia personal de la gracia y la seguridad que Jesús reveló en la parábola del hijo pródigo.

Domingo 29 de mayo

LOS MISMOS PADRES, LA MISMA COMIDA

Un hombre tenía dos hijos” (Lucas 15:11). En esta parábola, los dos hijos, nacidos del mismo padre, representan dos rasgos de carácter. El hijo mayor, aparentemente, demostraba lealtad, perseverancia y laboriosidad. El menor, sin duda, no estaba dispuesto a trabajar, ni a rendir cuentas, ni a tomar parte en las responsabilidades. Ambos tenían la misma herencia. Ambos, probablemente, recibieron idénticos amor y dedicación del mismo padre. Un hijo parecía fiel; el otro, irrespetuoso. ¿Qué produjo la diferencia?

¿Qué otras historias te hace recordar esta parábola? Génesis 4:1-8; 25:25-34.

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Es un fenómeno extraño, que se ve todo el tiempo: dos (o más) hermanos de los mismos padres, que vivieron en el mismo hogar, que recibieron las mismas enseñanzas, el mismo amor, y aun la misma alimentación, y uno llega a ser espiritual, fiel y decidido a servir a Dios, mientras que el otro, por la razón que fuere, va en la dirección opuesta. Por difícil que sea comprenderlo, nos muestra la poderosa realidad del libre albedrío. Alguno puede ver algo importante en el hecho de que fue el menor de los dos hermanos el que se rebeló, pero ¿quién sabe la razón de su rebelión?

Lee Lucas 15:12. ¿Qué lección podemos aprender de cómo reaccionó el padre al pedido del hijo? ¿Qué nos dice eso acerca de cómo se relaciona Dios con nosotros?

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El texto no dice qué clase de diálogo hubo entre el padre y el hijo, o si el padre lo reconvino solicitándole que reconsiderara su pedido, que no fuera apresurado, pidiéndole que pensara lo que estaba por hacer. Lo más probable es que lo haya hecho; pero, al fin, le dio al hijo la parte de los bienes que le correspondía, y él se fue. A través de toda la Biblia, podemos ver este mismo principio: Dios permite que los seres humanos ejerzan la libertad de tomar sus propias decisiones, que sigan sus caminos, que vivan como desean. Por supuesto, como sabemos muy bien, nuestras elecciones producen consecuencias, consecuencias que no siempre podemos imaginar o prever.


¿Cuáles han sido los resultados de algunas de tus propias elecciones libres últimamente? No es fácil volver atrás el re­loj, ¿verdad?


Lunes 30 de mayo

EXTENDIÓ SUS ALAS

Imagínate al padre mientras veía a su arrogante hijo juntar las cosas, listo para dejar el hogar. Tal vez le preguntó al hijo hacia dónde se dirigía, cuáles eran sus sueños para el futuro. Quién sabe qué respuestas dio el hijo. Tal vez no fueron muy animadoras para el padre. El hijo, entretanto, probablemente pensaba en los buenos tiempos que lo esperaban.

Era joven, aventurero, tenía dinero y un mundo que ver. La vida en la chacra familiar probablemente parecía monótona en contraste con todo lo que el mundo le ofrecía.

Lee Lucas 15:13 al 19. ¿Qué clase de arrepentimiento vemos aquí? ¿Parece un arrepentimiento verdadero; es decir, tristeza por lo que había hecho, o estaba triste solo por las consecuencias de lo que había hecho? ¿Qué indicios hay, en el texto, que podrían darte una respuesta?

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Es difícil saber cómo podría haberse desarrollado la historia si las cosas le hubieran ido bien al pródigo. ¿Qué hubiera sucedido si encontraba maneras de conseguir que el dinero continuara fluyendo, para continuar con los buenos tiempos? No es probable, al menos por lo que vemos aquí, que él hubiera vuelto “sobre sus rodillas”. ¿Quién entre nosotros, a veces, no estuvo realmente triste, no tanto por nuestros pecados sino por las consecuencias de ellos, especialmente cuando nos descubrieron? Aun el pagano más empedernido estaría triste por cometer adulterio si, en el proceso, se contagiara de herpes, gonorrea u otra enfermedad transmitida sexualmente.

No hay duda de que las tristes circunstancias en las que se encontró le produjeron un cambio de actitud que no hubiera ocurrido de otro modo. Los textos muestran un sentido de verdadera humildad y comprensión de que pecó tanto contra su padre como contra Dios. El discurso que preparó en su corazón muestra la sinceridad de su arrepentimiento.


A veces despertamos a la realidad de nuestros pecados so­lamente después de que el sufrimiento nos llega por nuestras acciones, y realmente nos arrepentimos de ellos, no solo por los resultados. ¿Qué sucede contigo y con las situaciones que afrontas cada día? ¿Por qué no elegir evitar el pecado, y aho­rrarte toda la tristeza y el arrepentimiento que luego siguen?


Martes 31 de mayo

PUEDES VOLVER A CASA

En la primera parte del siglo XX, el novelista Thomas Wolfe escribió un clásico literario, You Can’t Go Home Again [No puedes volver a casa], acerca de un hombre que abandona sus humildes orígenes familiares en el sur de los Estados Unidos y va a Nueva York, se hace conocido como escritor, y luego procura regresar a sus raíces familiares. No le resultó fácil; de allí el título del libro.

En la historia del hijo pródigo, ¿quién es el que hace el largo viaje para reunirse con su padre? Contrasta eso con, por ejemplo, la parábola de la oveja perdida y la moneda perdida (Lucas 15:4-10). ¿Cuál podría ser la diferencia importante aquí?

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En las otras dos parábolas, los objetos perdidos no sabían que estaban perdidos (es el caso de la moneda), y no podían volver aunque hubieran querido. En el caso del pródigo, él se alejó de la “verdad”, y solo después de que estuvo en la oscuridad (ver Juan 11:9, 10) se dio cuenta de cuán perdido estaba. A lo largo de toda la historia de la salvación, Dios tuvo que tratar con los que, teniendo luz, intencionalmente se alejaron de ella y fueron por su propio camino. La buena noticia, en esta parábola, es que aun a aquellos que le dan la espalda a Dios, incluso después de saber de su amor y bondad, Dios todavía está dispuesto a restaurarlos a la posición que una vez tuvieron en su familia del pacto. Aun cuando el joven eligió irse por su libre voluntad, por su propia libre voluntad eligió volver. Lo mismo sucede con nosotros.

Lo interesante de estas parábolas es el contexto en el que fueron relatadas. Lee Lucas 15:1 y 2. Considera las diferentes personas que escuchaban a Jesús. Qué mensaje poderoso es para todos nosotros el hecho de que en lugar de darnos advertencias acerca de los eventos apocalípticos del fin del tiempo o acerca del juicio sobre los no arrepentidos, Jesús presenta parábolas que muestran el ferviente amor y cuidado del Padre por todos los perdidos, no importa qué los llevó a esa situación.


¿Has conocido a personas que se alejaron de Dios? ¿Qué espe­ranza puedes encontrar, en esta historia, de que no todo está perdido? ¿Cuán importante es que todos oremos por quienes no han aprendido la dolorosa lección que el pródigo aprendió?


Miércoles 1º de junio

EL MEJOR VESTIDO

Como vimos, el hijo mismo tomó la decisión de regresar. No hubo presión de parte del padre. Dios no fuerza a nadie a ser obediente; si él no forzó a Satanás a ser obediente en el cielo, o a Adán y a Eva a ser obedientes en el Edén, ¿por qué hacerlo ahora, mucho después de que las consecuencias de la desobediencia hicieron estragos en la humanidad? (Romanos 5:12-21).

Lee Lucas 15:20 al 24. ¿De qué modo reaccionó el padre ante la confesión del hijo? ¿Cuántas penitencias, obras o actos de restitución demandó del hijo antes de aceptarlo otra vez? ¿Qué mensaje hay allí para nosotros? Ver también Jeremías 31:17 al 20.

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El hijo hizo una confesión a su padre, pero al leer el texto podemos tener la impresión de que el padre casi no la oyó. Observen el orden: el padre corrió al encuentro del hijo, cayó sobre él y lo besó. Claro, la confesión estaba bien, y probablemente le hizo más bien al hijo que al padre, peo en ese momento las acciones del hijo hablaban más alto que sus palabras.

El padre ordenó que trajeran “el mejor vestido” y se lo pusieran al hijo. La palabra griega traducida “mejor” (de protos) a menudo significa “primero” o “principal”. El padre le estaba dando lo mejor que tenía.

Piensa en el contexto también: el hijo había estado viviendo en la pobreza por quién sabe cuánto tiempo. Probablemente no vino vestido con la mejor ropa. Después de todo, había estado alimentando cerdos hasta esos días. El contraste, sin duda, entre lo que vestía cuando el padre lo abrazó (nota, el padre no esperó que se hubiera lavado antes de arrojarse sobre él) y el manto que le puso no podría haber sido más grande.

Lo que esto muestra es que la restauración, por lo menos entre el padre y el hijo, fue completa. Si consideramos “el mejor vestido” como el manto de la justicia de Cristo, entonces todo lo que necesitaba fue provisto allí mismo. El pródigo se había arrepentido, había confesado y se había vuelto de sus caminos. El padre proveyó el resto. Ese es un gran símbolo de la salvación.


Es fascinante que no haya un “Te lo dije” de parte del padre. No había necesidad de ello. El pecado cosecha su propio sala­rio. Cuando tratamos con personas que vuelven al Señor des­pués de apartarse, ¿cómo podemos aprender a no arrojarles sus pecados en la cara?


Jueves 2 de junio

EL MANTO DEL PADRE MISMO

Elena de White añade, a la historia, un detalle interesante en Palabras de vida del gran Maestro, que no se encuentra en los textos mismos. Al describir al padre que se acerca al hijo mientras este vuelve al hogar, escribe: “El padre no había de permitir que ningún ojo despreciativo se burlara de la miseria y los harapos de su hijo. Saca de sus propios hombros el amplio y rico manto, y cubre la forma exangüe de su hijo, y el joven solloza arrepentido, diciendo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo’. El padre lo retiene junto a sí, y lo lleva a la casa. No se le da oportunidad de pedir el lugar de un siervo. Él es un hijo, que será honrado con lo mejor que dispone la casa, y a quien los siervos y las siervas habrán de respetar y servir.

El padre dice a sus siervos: ‘Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies. Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta: porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse” (p. 160).

¿Qué indicio nos da esta historia acerca del carácter de Dios?

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El Padre quiere cubrir la vergüenza de los errores del hijo. Qué mensaje para nosotros acerca de aprender a permitir que el pasado desaparezca, a no insistir en los errores pasados de otros o nuestros. Como Pablo, necesitamos olvidar lo que es pasado y seguir adelante (Filipenses 3:13, 14).

Lee Lucas 15:24. ¿Qué quiere decir el padre cuando declara que el hijo estaba muerto y ha revivido? ¿Cómo hemos de entender esas palabras?

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Al fin, no hay término medio en los temas de la salvación. Cuando la gran controversia haya terminado (Apocalipsis 21:5), todos los seres humanos estarán vivos para siempre o muertos por la eternidad. No hay nada entre esas dos situaciones.

Ciertamente esto es algo para pensar mientras hacemos nuestras decisiones diarias, tanto buenas como malas, como lo hizo el hijo pródigo.


Viernes 3 de junio

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “La rehabilitación del hombre”, “Cómo se decide nuestro destino”, Palabras de vida del gran Maestro, pp. 156-166, 204; “El último viaje desde Galilea”, El Deseado de todas las gentes, pp. 457-459; “Parábolas de los perdidos”, Joyas de los testimonios, tomo 1, pp. 304-309.

Notemos cuán tierno y misericordioso es el Señor en su trato con sus criaturas. Él ama a su hijo errante, y le ruega que vuelva a él. El brazo del Padre está puesto en derredor de su hijo arrepentido; las ropas del Padre cubren sus andrajos; el anillo está puesto en su dedo como señal de realeza. Y, sin embargo, ¡cuántos son los que miran al pródigo no solo con indiferencia, sino también con desprecio! Como el fariseo, dicen: ‘Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres’ (Lucas 18:11). Pero ¿cómo os parece que considera Dios a aquellos que, al par que aseveran ser colaboradores con Cristo, ven al alma que lucha contra el desbordamiento de la tentación, y se mantienen alejados como el hermano mayor de la parábola, tercos, voluntariosos, egoístas?” (Obreros evangélicos, p. 147).

Cristo ha provisto fuerza y gracia para que los ángeles ministradores las lleven a toda alma creyente. Ninguno hay tan malvado que no encuentre fuerza, pureza y justicia en Jesús, que murió por los pecadores. Él está esperándolos para cambiarles los vestidos sucios y corrompidos del pecado por las vestiduras blancas de la justicia; les da vida y no perecerán” (El camino a Cristo, p. 53).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Analiza un poco más el tema de cómo hermanos de los mismos padres, del mismo hogar, del mismo ambiente, pueden ir en direcciones espirituales tan diferentes. ¿Cómo entendemos esto?

  2. ¿Cómo puedes ayudar a los que, habiéndose apartado de Dios, yendo al mundo, y habiéndose dañado a sí mismos y a otros en el proceso, quieren poner el pasado atrás, y no pueden, porque no importa en qué dirección se muevan, los resultados de sus elecciones pasadas están siempre delante de ellos? ¿Qué esperanza, qué promesas, qué ayuda les puedes dar?

  3. Algunos saben que han arruinado todo, como lo hizo el pródigo. ¿Qué sucede con los que “se fueron de la casa del padre”, por así decirlo, y las cosas les han ido muy bien? Seamos honestos: no todo el que deja al Señor termina cuidando cerdos. ¡Algunos terminan como dueños de los cerdos! ¿Qué puede hacerse para ayudarlos a darse cuenta de que, a pesar de las circunstancias, han hecho una elección equivocada?

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