Sábado 7º de Agosto
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA: Romanos 6; 1 Juan 1:8; 2:1
PARA MEMORIZAR:
“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 5:1, 2).
DESPUÉS DE ANALIZAR la justificación por la fe, sin las obras de la ley, Pablo responde la pregunta: Si las obras no nos salvan, ¿por qué hacerlas? ¿Por qué no seguir pecando?
El capítulo 6 es su respuesta. Habla de lo que llamamos la “santificación”, el proceso por el cual vencemos el pecado y reflejamos el carácter de Cristo. Aclaramos, sin embargo, que la palabra “santificación” no aparece en Romanos. (La palabra “santificada” aparece una vez en Romanos 15:16.) ¿Significa esto que Pablo no tiene nada que decir acerca de la santificación? No, solo significa que no usa ese término.
En la Biblia, “santificar” significa “dedicar”, generalmente a Dios. Ser santificado se presenta a menudo como un acto pasado, ya completado. Por ejemplo, “todos los santificados” (Hechos 20:32) son los que están dedicados a Dios.
Este uso bíblico de “santificar” no niega la doctrina de la santificación, que es la obra de toda la vida. La Biblia apoya sólidamente esta doctrina, pero usa otros términos para describirla.
Esta semana consideramos otro aspecto de la salvación por la fe, que puede ser mal comprendido: la promesa de victoria sobre el pecado en la vida de quien fue salvado por Jesús.
Domingo 8 de agosto
GRACIA ABUNDANTE
En Romanos 5:20, Pablo dice: “Mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Su punto es que no importa cuánto se haya pecado o cuán terribles sean los resultados del pecado, la gracia de Dios es suficiente para resolverlo. ¡Qué esperanza debiera darnos, especialmente si sentimos que nuestros pecados son demasiado grandes para ser perdonados! Luego, Pablo muestra que el pecado nos lleva a la muerte, pero la gracia de Dios, por medio de Jesús, derrotó a la muerte y nos da vida eterna.
Lee Romanos 6:1. ¿Qué lógica usa Pablo aquí y cómo, en los versículos siguientes, responde a ese pensamiento? Romanos 6:2-11.
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En el capítulo 6, Pablo alega que una persona justificada no debería pecar porque ha muerto al pecado, y explica lo que eso significa.
La inmersión en el bautismo representa la sepultura. ¿Qué se sepulta? El “viejo hombre” de pecado: es decir, el cuerpo que comete pecado, dominado por el pecado. Así, este “cuerpo del pecado” queda destruido, y ya no servimos al pecado. En Romanos 6 el pecado es personificado como un amo que domina a sus siervos. Una vez que el “cuerpo del pecado” que sirvió al pecado es destruido, el dominio del pecado cesa. El que sale de la tumba líquida es una persona nueva que no sirve al pecado. Ahora camina en novedad de vida.
Cristo murió una vez para siempre, pero ahora vive eternamente. La muerte ya no puede dominarlo. Así, el cristiano que es bautizado muere al pecado para siempre y no debería volver a estar más bajo su dominio.
Cualquier cristiano sabe que el pecado no desaparece automáticamente de nuestras vidas una vez bautizados. No ser gobernados por el pecado no es lo mismo que no tener luchas con él. Tenemos batallas diarias para mantenernos muertos al pecado y vivos para Cristo. Las promesas de victoria están allí, pero debemos pedirlas por fe. También debemos recordar que la gracia de Dios abunda, aun cuando pecamos. Si no fuera así, ¿qué esperanza tendríamos, aun después de ser bautizados?
¿Cuál ha sido tu experiencia con el pecado, aun después del bautismo? ¿Qué elecciones estás haciendo para que el pecado no tenga poder sobre ti ya que tenemos promesas en la Biblia de lograr la victoria sobre él?
Lunes 9 de agosto
EL PECADO PERSONIFICADO
¿Qué amonestación nos da Romanos 6:12?
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La palabra reine indica que el “pecado” está representado como un rey. La palabra griega traducida “reine” significa “ser un rey” o “actuar como un rey”. El pecado está muy dispuesto a ser el rey de nuestros cuerpos y dictarnos nuestra conducta.
Cuando Pablo dice “no reine, pues, el pecado”, implica que la persona justificada puede elegir que el pecado no se establezca como rey en su vida. Aquí interviene la voluntad.
“Lo que necesitas comprender es la verdadera fuerza de la voluntad. Este es el poder que gobierna en la naturaleza del hombre: el poder de decidir o de elegir. Todo depende de la correcta acción de la voluntad. Dios ha dado a los hombres el poder de elegir; depende de ellos el ejercerlo. Tú no puedes cambiar tu corazón, ni por ti mismo dar sus afectos a Dios; pero puedes elegir servirlo. Puedes darle tu voluntad; entonces él obrará en ti tanto el querer como el hacer según su voluntad. De ese modo tu naturaleza entera estará bajo el dominio del Espíritu de Cristo; tus afectos se centrarán en él y tus pensamientos se pondrán en armonía con él” (El camino a Cristo, p. 47).
En Romanos 6:12, la palabra griega traducida “concupiscencias” significa “deseos”. Estos deseos pueden ser buenos o malos; cuando reina el pecado, deseamos lo malo. Estos deseos serán fuertes, aun irresistibles, si peleamos contra ellos por nosotros mismos. El pecado puede ser un tirano cruel, que nunca está satisfecho. Solo por la fe, y reclamando las promesas de victoria, podemos vencer a este amo implacable.
En este versículo la palabra “pues” es importante. Retrocede a lo que Pablo dijo antes, en los versículos 10 y 11. La persona bautizada vive ahora “para Dios”. Él es el centro de su nueva vida. La persona sirve ahora a Dios, hace lo que agrada a Dios y no puede servir al pecado al mismo tiempo. Ella está viva “para Dios en Cristo Jesús”.
Vuelve a la cita de Elena de White en la sección de hoy. Nota cuán vital es el concepto de la libertad de elección. Como criaturas morales, debemos tener libertad de elección, el poder de elegir el bien o el mal, lo correcto o lo incorrecto, Cristo o el mundo. ¿Cómo estás usando esta libertad moral?
Martes 10 de agosto
¿BAJO LA LEY?
Lee Romanos 6:14. ¿Cómo entendemos este versículo? ¿Significa que los Diez Mandamientos ya no son obligatorios para nosotros? Si no es así, ¿por qué?
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Romanos 6:14 es una de las declaraciones clave en el libro de Romanos. Lo oímos, generalmente, citado en el contexto de alguien que nos dice que el sábado ya ha sido abrogado.
Pero eso no es lo que quiere decir el texto. ¿Cómo podría ser eliminada la ley moral, ya que el pecado todavía es una realidad, y la ley moral es lo que define el pecado? Si lees todo lo que está antes en Romanos, o aun solo en el capítulo 6, sería como si, en esta discusión acerca de la realidad del pecado, Pablo dijera de repente: “La ley moral, los Diez Mandamientos que definen el pecado, han sido abolidos”. Esto no tendría sentido.
Pablo dice a los Romanos que la persona que vive “bajo la ley”, es decir, bajo la economía judía como se la practicaba en sus días, con sus reglamentos hechos por los hombres, será gobernada por el pecado. En contraste, la persona que vive bajo la gracia tendrá la victoria sobre el pecado porque la ley está escrita en su corazón y permite que el espíritu de Dios la guíe en sus pasos. Aceptar a Jesús como el Mesías, ser justificados por él, ser bautizados en su muerte, haber destruido al “hombre viejo” y haber nacido de nuevo para caminar en novedad de vida: estas son las cosas que destronarán el pecado de nuestras vidas. Ese es el contexto total de estos versículos: la promesa de la victoria sobre el pecado.
No debemos definir “bajo la ley” en forma demasiado restringida. La persona que supuestamente vive “bajo la gracia” pero desobedece la ley de Dios no encontrará gracia, sino condenación. “Bajo la gracia” significa que, por medio de la gracia de Dios revelada en Jesús, la condenación que la ley trae inevitablemente a los pecadores ha sido eliminada. De modo que ahora, libres de esta condena de muerte que produce la ley, vivimos en “vida nueva” y ya no somos más esclavos del pecado porque hemos muerto al yo.
¿Cómo has experimentado la realidad de una vida nueva en Cristo? ¿Qué evidencia puedes dar que revele lo que Cristo ha hecho en ti? ¿Qué áreas estás rehusando dejar y por qué debes dejarlas?
Miércoles 11 de agosto
DOS AMOS EN CONFLICTO
Lee Romanos 6:16. ¿Qué enfatiza Pablo? ¿Por qué su argumento aquí es “negro o blanco”? Es decir, es o uno o lo otro, sin terreno intermedio. ¿Qué lección deberíamos obtener de este contraste tan claro?
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Pablo dice otra vez que la nueva vida de fe no nos otorga libertad para pecar. La vida de fe hace posible la victoria sobre el pecado; de hecho, solo por medio de la fe podemos tener la victoria que se nos promete.
Después de personificar al pecado como un rey que domina a sus súbditos, Pablo retorna a la figura del pecado como un amo que exige obediencia de sus siervos. Pablo señala que una persona tiene la posibilidad de elegir a su amo: servir al pecado, que conduce a la muerte, o servir a la justicia, que conduce a la vida eterna. Pablo no deja espacio intermedio aquí, ni deja lugar para componendas. Es el uno o la otra, porque al fin, afrontamos la muerte eterna o la vida eterna.
Lee Romanos 6:17. ¿De qué modo Pablo amplía aquí lo que dijo antes?
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Nota cómo la obediencia está vinculada con la doctrina correcta. La palabra griega para “doctrina” significa “enseñanza”. A los cristianos romanos les habían enseñado los principios de la fe cristiana, que ahora obedecían. La doctrina o enseñanza correcta, al ser obedecida “de corazón”, ayudó a los romanos a llegar a ser “siervos de la justicia” (versículo 18). Algunos dicen que la doctrina no importa, alcanza con que mostremos amor. Esa es una expresión muy simplista de algo que no es tan sencillo. Como se dijo antes, Pablo estaba preocupado por la falsa doctrina que los gálatas habían aceptado. Por eso, necesitamos ser cuidadosos acerca de las afirmaciones que de algún modo rebajan la importancia de la enseñanza correcta.
Siervos del pecado/siervos de la justicia: el contraste es muy fuerte. Si después del bautismo pecamos, ¿significa esto que no estamos realmente salvados? Lee 1 Juan 1:8 al 2:1. ¿Cómo estos textos nos ayudan a comprender qué significa ser un seguidor de Cristo, aunque todavía sujetos a caídas?
Jueves 12 de agosto
FRUTO PARA SANTIFICACIÓN
Lee Romanos 6:19 al 23. Resume la esencia de lo que dice Pablo. Pregúntate cómo puedes practicar en tu vida las verdades que Pablo está analizando. Además, ¿cuáles son los problemas que están en juego aquí?
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Pablo muestra que comprendía plenamente la naturaleza caída de la humanidad. Habla de la “humana debilidad”, que es una traducción correcta del griego. Él sabía lo que la naturaleza humana caída, abandonada a sí misma, era capaz de hacer. Por eso, otra vez, habla del poder de elección: el poder que tenemos de elegir rendirnos (incluyendo nuestra carne débil) a un nuevo amo, Jesús, que nos dará poder para vivir una vida justa.
Romanos 6:23 muestra que la penalidad del pecado –es decir, la transgresión de la ley– es la muerte. Ciertamente, la paga del pecado es muerte. Debemos ver el pecado como un amo que domina a sus siervos, los engaña y les paga con la muerte.
Nota que en su desarrollo de la figura de los dos amos, Pablo llama la atención al hecho de que el servicio a uno de los amos significa libertad del otro. Vemos que la elección es clara: o uno u otro. No hay término medio. Al mismo tiempo, ser libres del dominio del pecado no significa que sea imposible pecar más, o que no debamos seguir luchando aunque, a veces, caigamos. Significa, en cambio, que ya no estamos dominados por el pecado, aunque siga siendo una realidad en nuestra vida y debemos pedir cada día el cumplimiento de las promesas de victoria sobre él.
Este pasaje es una poderosa apelación a quien está sirviendo al pecado. Este tirano no ofrece nada sino la muerte como pago por hacer cosas vergonzosas; por eso, una persona razonable deseará emanciparse de este tirano. En contraste, los que sirven a la justicia hacen cosas que son correctas y dignas de elogio, no con la idea de ganar la salvación, sino como el fruto de su nueva experiencia. Si actúan en un intento de ganar la salvación, están perdiendo de vista todo lo que es la salvación y las razones por las que necesitan a Jesús.
Viernes 13 de agosto
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “Aprópiense de la victoria”, Mensajes para los jóvenes, pp. 103, 104; “El verdadero motivo del servicio”, El discurso maestro de Jesucristo, pp. 79-81; “Una súplica a los jóvenes”, Joyas de los testimonios, tomo1 pp. 349, 350; y el Comentario bíblico adventista, tomo 6, pp. 1.074, 1.075.
“Él [Jesús] no consintió en pecar. Ni siquiera por un pensamiento cedió a la tentación. Así también podemos hacer nosotros. La humanidad de Cristo estaba unida con la divinidad; fue hecho idóneo para el conflicto mediante la permanencia del Espíritu Santo en él. Y él vino para hacernos participantes de la naturaleza divina. Mientras estemos unidos con él por la fe, el pecado no tendrá dominio sobre nosotros. Dios extiende su mano para alcanzar la mano de nuestra fe y dirigirla a asirse de la divinidad de Cristo, con el fin de que nuestro carácter pueda alcanzar la perfección” (El Deseado de todas las gentes, pp. 98, 99).
“En nuestro bautismo nos comprometemos a romper toda relación con Satanás y sus instrumentos, y a poner corazón, mente y alma en la obra de extender el reino de Dios. [...] El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se han comprometido a cooperar con los instrumentos humanos santificados” (Comentario bíblico adventista, tomo 6, p. 1075).
“Una profesión del cristianismo, sin la fe y las obras correspondientes, no servirá de nada. Nadie puede servir a dos señores. Los hijos del maligno son los siervos de su señor, al cual se entregaron para obedecerle; son sus siervos, y no pueden ser siervos de Dios a menos que renuncien a todas sus obras. [...] Dios ha revelado verdades sagradas y santas que han de separar a sus hijos de los impíos y purificarlos para sí. Los adventistas del séptimo día deben vivir conforme a su fe” (Joyas de los testimonios, tomo 1, p. 155).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
Aunque tenemos maravillosas promesas de victoria sobre el pecado, todos somos conscientes de que hemos caído, de que somos pecadores y de cuán corruptos pueden ser nuestros corazones. ¿Hay alguna contradicción aquí? Explica tu respuesta.
En la clase, da un testimonio de lo que Cristo ha hecho en ti y de la nueva vida que tienes en él.
Es importante recordar que nuestra salvación descansa solo en lo que Cristo hizo por nosotros. ¿Qué peligro surge si enfatizamos en exceso esa maravillosa verdad excluyendo la otra parte de la salvación: lo que Jesús hace en nosotros, al transformarnos a su imagen? ¿Por qué necesitamos comprender y enfatizar ambos aspectos de la salvación?
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