julio 31, 2010

Escuela Sabatica. Leccion 6, Tercer Trimestre 2010, "Aplicacion de la Fe"

Lección 06: para Agosto 7

"La Justificación y la Ley"

Sábado 31º de Julio

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 5

PARA MEMORIZAR:

Santificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Romanos 5:1, 2).


PABLO HABLÓ de la justificación, o aceptación de parte de Dios, por­que solo su justicia puede darnos el derecho de estar con el Señor. Am­pliando esta verdad, Pablo muestra que la salvación es por fe y no por obras, ni aun para alguien tan “justo” como Abraham. Pablo mira el cua­dro completo del pecado, el sufrimiento y la muerte, y ve que la solución se encuentra solo en Cristo.

Por la caída de Adán, el hombre afrontó la condenación, la separa­ción y la muerte; y por la victoria de un hombre, Jesús, todo el mundo puede tener una nueva posición ante Dios ya que, por la fe en Jesús, todos los pecados y su castigo pueden ser perdonados.

Pablo contrasta a Adán con Jesús, y muestra cómo Cristo vino para deshacer lo que hizo Adán, dado que Jesús puede rescatar a las víctimas del pecado de Adán, que tienen fe. El fundamento de todo es la cruz de Cristo y su muerte sustitutiva, que abrió el camino para que todos, judíos o gentiles, fueran salvos por Jesús, quien justifica a todos los que lo aceptan.

Este es un tema digno de ser ampliado, porque es la base de toda nuestra esperanza.

Domingo 1º de agosto

JUSTIFICADOS

Lee Romanos 5:1 al 5. Resume el mensaje de Pablo. ¿Qué puedes obtener de él para ti mismo?

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Justificados” es literalmente “habiendo sido justificados”. El verbo griego presenta la acción como completada. Hemos sido declarados justos no por obras de la ley, sino porque hemos aceptado a Jesús. La vida perfecta de Jesús, su perfecta observancia de la ley, nos ha sido acreditada.

Al mismo tiempo, todos nuestros pecados han sido puestos sobre Je­sús. Dios considera que Jesús cometió esos pecados, no nosotros, y de ese modo somos exceptuados del castigo que merecíamos. Ese castigo recayó sobre Cristo, en favor nuestro, para que nunca tuviéramos que afrontarlo nosotros mismos. ¡Qué noticia más gloriosa para el pecador!

La palabra griega traducida “gloriamos” en el versículo 3 es la misma del versículo 2. Las personas justificadas se pueden regocijar en las prue­bas porque tienen confianza en Jesús. Confían en que Dios hará todo para su bien. Consideran que es un honor sufrir por causa de Cristo. (Ver 1 Pedro 4:13.)

Nota también la progresión que se observa en los versículos 3 al 5.

1. Paciencia. La palabra griega traducida así, hupomoné, significa “re­sistencia constante”. Esta es la resistencia que la tribulación desarrolla en aquel que mantiene la fe y tiene la esperanza en Cristo, aun en medio de las pruebas y sufrimientos que pueden hacerle la vida miserable.

2. Prueba. La palabra griega traducida así es dokimé que significa “la cualidad de ser aprobado” y, por ello, “carácter”, o mejor, “carácter apro­bado”. El que soporta pacientemente las pruebas desarrolla un carácter aprobado.

3. Esperanza. La resistencia y la aprobación generan esperanza, la esperanza en Jesús y en la salvación. Si nos aferramos a Jesús con fe, arre­pentimiento y obediencia, podemos esperar todo de él.


¿Qué es lo que más esperas en tu vida, más que otra cosa? ¿Cómo puede esa esperanza cumplirse en Jesús? ¿Puede hacerlo? Si no, ¿es­tás seguro de poner tanta esperanza en ello?



Lunes 2 de agosto

DIOS BUSCA AL HOMBRE

Lee Romanos 5:6 al 8. ¿Qué se dice aquí acerca del carácter de Dios, y por qué nos da tanta esperanza?

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Cuando Adán y Eva transgredieron los requerimientos divinos, Dios comenzó la reconciliación. Desde entonces, Dios ha provisto un camino de salvación e invita a los hombres a aceptarlo. “Cuando vino el cumpli­miento del tiempo, Dios envió a su Hijo” (Gálatas 4:4).

Romanos 5:9 dice que podemos ser salvos de la ira de Dios por Jesús. ¿Cómo entendemos esto?

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La sangre en las puertas de los israelitas en Egipto protegió a los pri­mogénitos de la ira que cayó sobre los primogénitos egipcios. Así también la sangre de Jesús garantiza que quien ha sido justificado y retiene esa condición será protegido cuando la ira de Dios destruya, finalmente, el pecado al final de la historia.

Algunos dicen: ¿Cómo un Dios amante tiene ira? Pero es por causa de su amor que existe esta ira. ¿Cómo Dios, quien ama al mundo, no tendrá ira contra el pecado? Si fuera indiferente, no se preocuparía de lo que ocurre aquí. Mira a tu alrededor y verás lo que el pecado ha hecho a la creación de Dios. ¿Cómo no estaría Dios airado por tanto mal y devas­tación?

¿Qué otras razones se nos dan para regocijarnos? Romanos 5:10, 11.

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Algunos comentadores ven en el versículo 10 una referencia a la vida que Cristo vivió sobre esta tierra, durante la cual desarrolló un carác­ter perfecto que ahora ofrece acreditarnos. Aunque esto es ciertamente lo que realizó la vida perfecta de Jesús, Pablo parece enfatizar que Cristo, después de morir, se levantó otra vez y vive para siempre (Hebreos 7:25). Como Jesús vive, nosotros estamos salvados. Si hubiese permanecido en la tumba, nuestras esperanzas habrían perecido con él. El versículo 11 continúa dando las razones que tenemos para gozarnos en el Señor.



Martes 3 de agosto

SORBIDA ES LA MUERTE

La muerte es nuestro máximo enemigo. Dios creó al hombre con la intención de que viviera para siempre. Con pocas excepciones, los seres humanos no quieren morir; los que quieren morir lo hacen solo por an­gustia y sufrimiento personales. La muerte va en contra de nuestra natu­raleza más básica porque fuimos creados para vivir para siempre. No era el plan que conociéramos la muerte.

Lee Romanos 5:12. ¿Qué describe Pablo aquí? ¿Qué explica esto?

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Los comentadores han discutido más sobre este pasaje que sobre la mayoría de los otros. Tal vez la razón sea, como dice el Comentario bíblico adventista (tomo 6, p. 525), que los comentadores han “tratado de usarlo para propósitos que no son los de Pablo”.

Ellos discuten en qué forma pasó el pecado de Adán a su posteri­dad. ¿Comparten los descendientes de Adán la culpa del pecado de él o son culpables ante Dios por sus propios pecados? Aunque muchos han tratado de obtener respuesta a esa pregunta a partir de este texto, ese no es el problema que Pablo está analizando. Él enfatiza lo que ya había afirmado: que “todos pecaron” (Romanos 3:23). Necesitamos reconocer que somos pecadores, pues solo así nos daremos cuenta de nuestra necesidad de un Salvador. Aquí Pablo trata de lograr que sus lectores se den cuenta de cuán malo es el pecado y el daño que trajo a este mundo por medio de Adán. Luego muestra que Dios ofrece en Jesús el único remedio para la tragedia de este mundo.

No obstante, este texto solo nos habla del problema, la muerte en Adán, y no la solución, la vida en Cristo. Lo más glorioso del evangelio es que la muerte ha sido sorbida por la vida. Jesús pasó por los portales de la tumba y rompió sus ataduras. Él dice: “[Yo soy] el que vivo, y estuve muerto; y he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apocalipsis 1:18). Como Jesús tiene las llaves, el enemigo ya no puede retener a sus víctimas en el sepulcro.


¿Cuál ha sido tu experiencia con la realidad y la tragedia de la muerte? ¿Por qué, frente a un enemigo tan implacable, podemos te­ner una esperanza en algo mayor que nosotros mismos o mayor que cualquier cosa que este mundo pueda ofrecer?



Miércoles 4 de agosto

LA LEY DESPIERTA LA NECESIDAD

Lee Romanos 5:13 y 14. ¿Qué dice Pablo aquí?

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La frase “antes de la ley” es paralela a la afirmación “desde Adán hasta Moisés”. Se refiere al tiempo transcurrido desde la creación hasta el Sinaí, antes de la introducción formal de las reglas y leyes del sistema israelita, que incluían, por supuesto, los Diez Mandamientos.

El pecado existió antes del Sinaí. La mentira, el homicidio, el adulte­rio y la idolatría ¿no eran pecaminosos hasta entonces? Por supuesto que sí.

¿Cuáles son algunos textos que revelan la realidad del pecado antes del Sinaí?

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Es cierto que antes del Sinaí el hombre tenía una revelación limitada de Dios, pero sabía suficiente para ser tenido por responsable. Dios es jus­to y no castigaría a nadie injustamente. Antes del Sinaí la gente moría. La muerte pasó a todos. Aunque no habían pecado contra un mandamiento revelado explícitamente, de todos modos habían pecado. Tenían revela­ciones de Dios en la naturaleza, y por no responder a ellas eran tenidos como culpables. “Las cosas invisibles de él [...] se hacen visibles desde la creación del mundo [...] de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20).

¿Con qué propósito se reveló Dios mismo más plenamente en la “ley”? Romanos 5:20, 21.

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La instrucción dada en el Sinaí incluía la ley moral, aunque ella había existido antes de eso. Sin embargo, esta fue la primera vez, según la Biblia, que esta ley fue escrita y proclamada.

Cuando los israelitas se compararon con los requerimientos divinos, descubrieron que estaban lejos de alcanzarlos. Es decir, el pecado abun­dó. De repente se dieron cuenta de sus transgresiones. Esta revelación los ayudaría a ver su necesidad de un Salvador y los llevaría a aceptar la gracia ofrecida por Dios. La verdadera religión del Antiguo Testamento no era legalista.



Jueves 5 de agosto

EL SEGUNDO ADÁN

Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a to­dos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:18, 19). ¿Qué contraste se nos presenta aquí? ¿Qué esperanza se nos ofrece en Cristo?

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De Adán recibimos la sentencia de muerte. Sin embargo, Cristo vino y pasó por el terreno donde cayó Adán, soportando toda prueba en lugar del hombre. Él redimió el desgraciado fracaso y la caída de Adán y, como nuestro sustituto, nos puso en una buena relación con Dios. Por eso, Jesús es el “segundo Adán”.

El segundo Adán era un ser moral libre, responsable por su conduc­ta. Rodeado por influencias intensamente sutiles y engañosas, estuvo en una condición mucho menos favorable que el primer Adán para vivir una vida sin pecado; sin embargo, en medio de los pecadores, resistió toda tentación a pecar y mantuvo su inocencia. Siempre estuvo sin pecado” (“Comentarios de Elena G. de White”, Comentario bíblico adventista, tomo 6, p. 1074).

¿De qué modo se contrastan los actos de Adán y de Cristo en Ro­manos 5:15 al 19?

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Considera las ideas opuestas aquí: muerte/vida, desobediencia/obe­diencia, condenación/justificación, pecado/justicia. ¡Jesús vino y revirtió todo lo que Adán había hecho!

También es fascinante que la palabra don aparezca cinco veces en los versículos 15 al 17. ¡Cinco veces! El punto es sencillo: Pablo enfatiza que la justificación no se gana; es un don. Es algo que no merecemos. Como todos los dones, tenemos que buscarlo y aceptarlo. En este caso, lo pedi­mos por la fe.


¿Cuál es el mejor don (regalo) que alguna vez recibiste? ¿Qué lo hizo tan bueno, tan especial? ¿De qué modo el hecho de que fue un don, a diferencia de algo que hayas ganado, te hizo apreciarlo mucho más? No obstante, ¿cómo puede siquiera compararse ese don con lo que tenemos en Jesús?



Viernes 6 de agosto

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “Ayuda en la vida cotidiana”, El mi­nisterio de curación, pp. 372-374; Mensajes selectos, tomo 1, pp. 449, 450; “La tentación y la caída”, Patriarcas y profetas, pp. 34-37; y, si tienes acceso a la SDA Encyclopedia, lee el artículo “Justification”, tomo 1, pp. 839-841.

Muchos están engañados acerca de la condición de su corazón. No comprenden que el corazón natural es engañoso más que todas las co­sas y desesperadamente impío. Se envuelven con su propia justicia y es­tán satisfechos con alcanzar su propia norma humana de carácter” (Mensajes selectos, tomo 1, p. 376).

Hay gran necesidad de que Cristo sea predicado como la única es­peranza y salvación. Cuando la doctrina de la justificación por la fe fue presentada [...] llegó a muchos como el agua que recibe el viajero sedien­to. El pensamiento de que nos es imputada la justicia de Cristo no debido a ningún mérito de nuestra parte, sino como una dádiva gratuita de Dios, pareció un pensamiento precioso” (Mensajes selectos, tomo 1, p. 422).

Las pruebas constituyen parte de la educación en la escuela de Cris­to, para purificar a los hijos de Dios de las escorias terrenales. Porque Dios está dirigiendo a sus hijos, se presentan las experiencias angustiosas. Las pruebas y los obstáculos constituyen métodos elegidos por él como disciplina y condiciones para el éxito. Aquel que lee el corazón de los hombres conoce sus debilidades mejor que ellos mismos. Ve que algunos tienen cualidades que, dirigidas correctamente, pueden ser usadas para el adelantamiento de su obra” (Los hechos de los apóstoles, p. 432).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Cómo te ha sostenido tu fe en grandes pruebas? ¿Qué aprendiste de ellas acerca de ti y de Dios? ¿Qué aprendiste que puede ayudar a otros que estén pasando por momentos difíciles?

  2. Piensa en la realidad de la muerte, cómo afecta a la vida y el signi­ficado de la vida. Escritores y filósofos han lamentado la falta de sentido último de la vida porque termina en la muerte. ¿De qué modo, como cristianos, les respondemos? ¿Por qué la esperanza que tenemos en Jesús es la única respuesta para esa falta de sentido?

  3. Así como la caída de Adán nos impuso una naturaleza caída, la victoria de Jesús nos ofrece la promesa de vida eterna si la aceptamos por fe. Con esta provisión, ¿qué retiene a la gente de pedirla? ¿Cómo pode­mos ayudar a quienes buscan comprender mejor lo que Cristo ofrece y lo que hizo por ellos?


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