julio 17, 2010

Escuela Sabatica. Leccion 4, Tercer Trimestre 2010, "Justificados por la Fe"

Lección 04: para Julio 17

"Justificados por la Fe"

Sábado 17º de Julio

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 3:19-28

PARA MEMORIZAR:

Concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley” (Romanos 3:28).


LLEGAMOS AHORA al tema básico de Romanos: la justificación por la fe. El transgresor llega ante el juez y es condenado a muerte por sus transgresiones. Pero un sustituto toma los crímenes de él sobre sí, deján­dolo sin culpa y –por aceptar al sustituto– el juez no solo lo libera, sino lo considera como inocente del crimen que lo llevó a la corte. Es que el sustituto –que tiene un registro perfecto– ofrece al criminal perdonado su propia observancia perfecta de la ley. Así, el culpable queda como si nunca hubiera transgredido la ley.

Nadie dice que la persona era inocente. Al contrario, es claramente culpable. La buena noticia es que, a pesar de su culpa, es perdonada.

Cada uno de nosotros es el criminal. Jesús, el sustituto, tiene un re­gistro perfecto y toma nuestro lugar en la corte; le aceptan su justicia en lugar de nuestra injusticia. Por eso somos justificados ante Dios; no por nuestras obras, sino por causa de Jesús, cuya justicia llega a ser nuestra al aceptarla “por fe”. De aquí el término “justificación por fe”. No importa el pasado: cuando aceptamos a Jesús, estamos delante de Dios en la justicia de él, la única que puede salvarnos.

¡Esas sí que son buenas noticias! No pueden ser mejores


Domingo 18 de julio

LAS OBRAS DE LA LEY

Lee Romanos 3:19 y 20. ¿Qué está diciendo Pablo aquí acerca de la ley, lo que hace, y lo que no hace o no puede hacer? ¿Por qué es tan importante que comprendamos este punto?

__________________________________________________________________

Pablo está usando el término ley en su sentido amplio, como lo en­tendían los judíos de su tiempo. Con el término torah (la palabra hebrea para “ley”), un judío aun hoy piensa específicamente en las instrucciones que Dios dio en los primeros cinco libros de Moisés, pero también, en forma más general, en todo el Antiguo Testamento. La ley moral, la am­plificación de ésta en los estatutos y juicios, así como los preceptos cere­moniales, era una parte de esta instrucción. Por causa de esto, podemos pensar aquí que la ley era todo el sistema judaico.

Estar bajo la ley significa estar bajo su jurisdicción. La ley revela las faltas de una persona y su culpa ante Dios. Sin embargo, la ley no puede eliminar dicha culpa; lo que puede hacer es conducir al pecador a buscar un remedio para ella.

Al aplicar el libro de Romanos a nuestros días, pensamos en la ley específicamente en términos de la ley moral. Esta ley no puede salvarnos más de lo que podía salvar el sistema del judaísmo a los judíos. Salvar a un pecador no es la función de la ley moral. Su función es revelar el carácter de Dios y mostrar a la gente dónde falla en reflejar ese carácter.

Cualquiera que fuera la ley –moral, ceremonial, civil o todas combi­nadas–, el guardar alguna de ellas o todas no hacía que un hombre fuera justo a la vista de Dios. De hecho, la ley nunca tuvo la intención de hacer eso. Por el contrario, la ley señala nuestras fallas y nos conduce a Cristo.

La ley no puede salvarnos, así como los síntomas de una enfermedad no pueden curarla. Los síntomas no curan: señalan la necesidad de una cura. Así funciona la ley.

¿Cuánto éxito has tenido en tus esfuerzos por guardar la ley? ¿Qué debe decirte esa respuesta acerca de la inutilidad de tratar de ser salvo por guardar la ley?



Lunes 19 de julio

FE Y JUSTICIA

Ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testifi­cada por la ley y por los profetas” (Romanos 3:21). ¿Cómo debemos enten­der lo que significa este texto?

__________________________________________________________________

Esa nueva justicia contrasta con la justicia de la ley, que era la justicia con la cual los judíos estaban familiarizados. La nueva justicia es llamada “la justicia de Dios”; es decir, una justicia que viene de Dios, una justicia que Dios provee y la única que él acepta como la verdadera justicia.

Esta es, por supuesto, la justicia que Jesús produjo en su vida mien­tras estuvo en carne humana, una justicia que él ofrece a todos los que la acepten por fe, que la reclamen como de ellos, no porque la merezcan, sino porque la necesitan.

La justicia es la obediencia a la ley. La ley demanda justicia y, ante la ley, el pecador debe ser justo. Pero es incapaz de serlo. La única forma en que puede obtener la justicia es mediante la fe. Por fe puede pre­sentar a Dios los méritos de Cristo, y el Señor coloca la obediencia de su Hijo en la cuenta del pecador. La justicia de Cristo es aceptada en lugar del fracaso del hombre, y Dios recibe, perdona y justifica al alma creyente y arrepentida, la trata como si fuera justa, y la ama como ama a su Hijo” (Mensajes selectos, tomo 1, p. 430). ¿De qué modo puedes aprender a aceptar esta maravillosa verdad para ti mismo? (Ver también Romanos 3:22.)


Aquí se habla de la fe en Jesucristo. Al actuar en la vida cristiana, la fe es mucho más que un asentimiento intelectual; es más que solo un re­conocimiento de ciertos hechos acerca de la vida de Cristo y de su muer­te. En cambio, la verdadera fe en Jesucristo es aceptarlo como Salvador, Sustituto, Garante, y Señor. Es elegir su forma de vida. Es confiar en él y procurar, por fe, vivir de acuerdo con sus mandamientos.


Martes 20 de julio

GRACIA Y JUSTIFICACIÓN

Recordando lo que hemos estudiado acerca de la ley y lo que la ley no puede hacer, lee Romanos 3:24. ¿Qué dice Pablo aquí? ¿Qué signifi­ca que la redención es en Jesús?

__________________________________________________________________

¿Qué es “justificar”? La palabra griega dikaióo, traducida como “justifi­car”, puede significar “hacer justo”, “declarar justo”, o “considerar justo”. La palabra es derivada de dikaiosúne, “justicia”, y la palabra dikaíoma, “reque­rimiento justo”. Por eso, hay una conexión estrecha entre “justificación” y “justicia”, conexión que no siempre se observa en las diversas traducciones. Somos justificados cuando somos “declarados justos” por Dios.

Antes de esta justificación, una persona es injusta y no aceptable para Dios; después de la justificación, ella es considerada justa y, por eso, aceptable para Dios.

Y esto es solo por la gracia de Dios. Gracia significa favor. Cuando un pecador busca a Dios por salvación, es un acto de gracia declarar que esa persona es justa. Es un favor inmerecido, y el creyente es justificado sin ningún mérito propio, sin ningún alegato para presentar a Dios en su favor, excepto su total impotencia. La persona es justificada por medio de la redención que es en Cristo Jesús, y que él ofrece como sustituto y garantía del pecador.

La justificación se presenta en Romanos como un acto puntual; es decir, sucede en un punto en el tiempo. En un momento el pecador está afuera, injusto, no aceptado; al momento siguiente, después de la justifi­cación, la persona está adentro, aceptada, justa.

La persona que está en Cristo considera la justificación como un acto pasado, que sucedió cuando él se entregó plenamente a Cristo. “Siendo justificados” (Romanos 5:1) es, literalmente “habiendo sido justificados”.

Por supuesto, si el pecador justificado llega a apartarse, y luego re­gresa a Cristo, la justificación ocurrirá nuevamente. Además, si la recon­versión se considera una experiencia diaria, en un sentido la justificación podría considerarse una experiencia repetida.

Siendo que la buena noticia de la salvación es tan buena, ¿qué im­pide que la gente la acepte? En tu propia vida, ¿qué clase de cosas te retienen de todo lo que él te promete y te ofrece?



Miércoles 21 de julio

SU JUSTICIA”

En Romanos 3:25, Pablo continúa dando la gran noticia de la salva­ción. Él usa una palabra especial, propiciación. En griego es hilastérion, que aparece en el Nuevo Testamento solo aquí y en Hebreos 9:5, donde se la ha traducido como “propiciatorio”. En Romanos 3:25, al describir la ofrenda de la justificación y la redención por medio de Cristo, la propicia­ción representa el cumplimiento de lo que simbolizaba el propiciatorio (la tapa del Arca del Pacto) en el Santuario del Antiguo Testamento. Esto significa que, por su muerte como sacrificio, Jesús es presentado como el medio de salvación y representa a Aquel que provee la propiciación. Dios hizo lo que había que hacer para salvarnos.

El texto también dice “haber pasado por alto” los pecados pasados. Nuestros pecados nos hacen inaceptables para Dios. No podemos hacer nada por nosotros mismos para cancelar nuestros pecados. Pero Dios ha provisto una manera para que los pecados puedan ser perdonados: por la fe en la sangre de Cristo.

El griego usa la palabra parésis, es decir “pasar por alto”. Esto no es ignorar los pecados. Dios puede pasar por alto los pecados pasados por­que Cristo pagó la penalidad por los pecados de todos los hombres. Por eso, todo el que tiene “fe en su sangre” recibe el perdón de sus pecados, porque Cristo ya murió por ellos (1 Corintios 15:3).

Lee Romanos 3:26 y 27. ¿Qué destaca Pablo aquí?

__________________________________________________________________

La buena noticia es que los hombres disponen de “su justicia [la de Dios]”, que nos llega, no por obras ni por méritos, sino por la fe en Jesús y lo que él hizo por nosotros.

Por la cruz del Calvario, Dios puede declarar justos a los pecadores, y todavía ser justo ante el universo. Satanás no puede acusar a Dios, porque el Cielo hizo el sacrificio supremo. Satanás acusaba a Dios por pedir de los hombres más de lo que él estaba dispuesto a dar. La Cruz refuta esta acusación.


Satanás esperaba que Dios destruyera al mundo después de que en­tró el pecado; en cambio, Dios envió a Jesús para salvarlo. ¿Qué nos dice esto acerca del carácter de Dios? ¿Cómo nuestro conocimiento de su carácter impacta la forma en que vivimos? ¿Qué harás en forma diferente en el futuro como resultado de saber cómo es Dios?



Jueves 22 de julio

FE Y OBRAS

Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (Romanos 3:28). ¿Significa que no se requiere que obedezcamos la ley, aun si ella no nos salva? Explica tu respuesta.

__________________________________________________________________

En el contexto histórico, Pablo hablaba en Romanos 3:28 de la ley en su sentido amplio: el sistema judaico. No importa cuán a conciencia un judío tratara de vivir bajo ese sistema, si no aceptaba a Jesús como el Mesías, no sería justificado.

Pablo afirma que la ley de la fe excluye la jactancia (Romanos 3:27). Si un hombre fuera justificado por sus propios actos, podría jactarse de ello. Pero como es justificado por fe en Jesús, es claro que el crédito pertenece a Dios, quien justifica al pecador.

¿Qué es la justificación por la fe?” Elena de White responde: “Es la obra de Dios que abate en el polvo la gloria del hombre, y hace por el hombre lo que éste no puede hacer por sí mismo” (Testimonios para los ministros, p. 456).

Las obras de la ley no pueden expiar los pecados. La justificación no puede ser ganada. Se recibe solo por fe en el sacrificio expiatorio de Cristo. Por lo tanto, las obras de la ley no tienen nada que hacer con la justificación. Ser justificado sin obras significa ser justificado sin que ten­gamos nada que merezca la justificación.

Pero muchos cristianos han entendido y aplicado mal este texto. Di­cen que todo lo que uno tiene que hacer es creer, y minimizan las obras o la obediencia a la ley moral. En esto entienden muy mal a Pablo. En Ro­manos, y en otras partes, Pablo asigna gran importancia a la observancia de la ley moral. Jesús, Santiago y Juan también lo hicieron (Mateo 19:17; Romanos 2:13; Santiago 2:10, 11; Apocalipsis 14:12). Pablo destaca que, aunque la obediencia a la ley no es el medio para justificarnos, quien es justificado por fe guarda la ley de Dios y, de hecho, es el único que puede guardar la ley. Una persona que no ha sido justificada nunca puede cumplir los requerimientos de la ley.

¿Por qué es tan fácil pensar que, por cuanto la ley no nos salva, no necesitamos guardarla? ¿Has racionalizado alguna vez el pecado al pedir la justificación por la fe? ¿Por qué esa es una posición muy peli­grosa? ¿Dónde estaríamos sin la promesa de la salvación, aun cuando estemos tentados a abusar de ella?



Viernes 23 de julio

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “La justicia de Cristo en la ley”, “Venid y buscad y encontrad” y “La perfecta obediencia mediante Cristo”, Mensajes selectos, t. 1, pp. 278-282; 389-393; 438, 439; y “Dónde hallar la verdad”, Palabras de vida del gran Maestro, pp. 98, 99.

El carácter de Cristo toma el lugar del tuyo, y eres aceptado por Dios como si no hubieras pecado” (El camino a Cristo, p. 62).

La gracia es un favor inmerecido. Los ángeles, que no saben nada del pecado, no comprenden qué significa que se les extienda la gracia, pero nuestra pecaminosidad demanda la dádiva de la gracia de un Dios misericordioso” (Mensajes selectos, tomo 1, pp. 389, 390).

La fe es la condición por la cual Dios ha visto conveniente prometer perdón a los pecadores. No es que haya virtud alguna en la fe, que haga merecer la salvación, sino que la fe, aferrándose a los méritos de Cristo, proporciona el remedio para el pecado. La fe puede presentar la perfecta obediencia de Cristo en lugar de la transgresión y apostasía del pecador. Cuando el pecador cree que Cristo es su Salvador personal, entonces, de acuerdo con la promesa infalible de Jesús, Dios le perdona su pecado y lo justifica gratuitamente. El alma arrepentida comprende que su justifica­ción viene de Cristo que, como sustituto y garantía, ha muerto por ella, y es su expiación y justificación” (Mensajes selectos, tomo 1, p. 430).

Aunque la ley no puede remitir el castigo del pecado, sino cargar al pecador con toda su deuda, Cristo ha prometido perdón abundante a to­dos los que se arrepienten y creen en su misericordia. El amor de Dios se extiende en abundancia hacia el alma arrepentida y creyente. El sello del pecado en el alma puede ser raído solamente por la sangre del Sacrificio expiatorio. [...] La obra de Cristo, su vida, humillación, muerte e interce­sión por el hombre perdido magnifican la ley y la hacen honorable” (Mensajes selectos, tomo 1, pp. 435, 436).



PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Lee otra vez los textos estudiados y escribe un párrafo resumiendo lo que dicen. Compartan los párrafos escritos por cada uno.

  2. Piensa lo que costó salvarnos: la muerte del Hijo de Dios. ¿Qué nos dice esto acerca de cuán malo es el pecado? Si dejáramos de pecar y nunca más lo hiciéramos, ¿por qué esto no sería suficiente para hacernos justos delante de Dios? ¿Cómo esto nos motiva para resistir la tentación a pecar?

  3. ¿De qué forma es posible abusar de esta buena noticia de la justi­ficación por la fe sola? ¿En qué trampa cae quien comete un abuso tal?

Descargue la Lección Completa en Formato: (DOC) - (PDF) - (ZIP)

No hay comentarios:

Publicar un comentario